miércoles, 6 de noviembre de 2019

Ferrari en tortilla


A priori parecía sencillo. El equipo ha venido siendo renovado de cabo a rabo desde 2015. Más dinero, mejores expectativas, dos temporadas en las que las cosas no habían salido como se esperaba. Muere Sergio Marchionne y se decide sustituir a Maurizio Arrivabene para 2019, un hombre que ya estaba en entredicho desde 2017. Kimi pasa a Alfa Romeo y sube Charles Leclerc al equipo oficial. Mattia Binotto es el elegido para gobernar el barco, y... todo se va literalmente al carajo.

En sentido estricto sólo han cambiado dos piezas: Binotto y Leclerc, ya que el SF90 se llevaba desarrollando desde 2018 al amparo de la normativa 2019, con meses de antelación, como viene siendo costumbre, y podemos imaginar que bajo la supervisión e indicaciones de Sebastian Vettel, ya que pensar lo contrario supondría hacer un flaco favor a nuestra inteligencia. Y repito por si no ha quedado claro: La Scuderia se ha ido al carajo. De firmar dos subcampeonatos consecutivos (2017 y 2018), la rossa ha pasado a tener sus hombres en tercera y quinta posición a falta de dos carreras para concluir la temporada, con el agravante de que el peor posicionado es (en teoría) quien debería haber llevado la batuta toda la campaña.

Por muchas vueltas que le demos todos los caminos nos llevan al tetracampeón del mundo.

Lo hemos visto suficientes veces y he escrito en Nürbu sobre ello hasta hartarme. Los monoplazas se diseñan para satisfacer principalmente las necesidades del primer piloto, ergo el SF90 ha sido un vehículo hecho al modo y manera del alemán. Leclerc ni siquiera figuraba en el mapa, raya lo idiota insinuar que Ferrari ha podido fallar tanto porque Vettel ha intervenido en el desarrollo y se presupone que ha dado el parabién a cada evolución previa al estreno, como ha sucedido con todo los autos anteriores, sea dicho de paso. No, el coche no parece haber sido el problema porque era el de Vettel.

Mattia Binotto tampoco se insinúa como el causante de que se haya roto tanto huevo para armar una tortilla bastante mediocre. No me convence como jefe de equipo y ha terminado sucumbiendo a los acontecimientos, pero, como hemos comentado, el equipo estaba consolidado antes de que tomase el timón. En principio hacía falta muy poquito esfuerzo para haber replicado resultados.

Leclerc tampoco parece responsable. El monegasco ha sido el último en subirse al barco y bastante ha hecho adaptándose rápidamente al coche de Vettel y llevándolo más allá de donde era capaz el de Heppenheim. Es tercero en la tabla de Pilotos, saca 19 puntos a su compañero, y el saldo podría haber sido mayor si Ferrari no hubiese apostado por su primer piloto, tanto públicamente como en estrategias...

Todo lo dicho hasta ahora entra dentro de lo razonable y normal, pero la tortilla ha salido un desastre y como somos mayorcitos todos, mejor sacáis las conclusiones vosotros ya que a mí me da una pereza tremenda.

Os leo.

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