lunes, 4 de noviembre de 2019

El gran showman


Mientras Lewis ha comenzado a desmelenarse y cuenta a quien quiere escucharle los secretos de cómo ha labrado su leyendita, a nadie le pasa desapercibido que el hombre que besa el cuello de Emilia antes de dormir, podría perfectamente saltar al campo después de haber calentado por la banda para llevar a su equipo al mismo lugar donde lo ha dejado Lewis.

Valtteri tiene ese puntito de secundario de lujo, contenido, que lo hace querido para los que amamos la tropa antes que a los generales. Carece del brillo de la armadura de Hamilton pero a una orden en Bakú 2017, por ejemplo, ataca como un lobo que ha olido a su presa, besa las curvas de la ratonera azerbaiyana sin que nadie grite hammertime! pero consigue su objetivo y minimiza daños para su escudería. En Alemania 2018 le piden que no muerda a su jefe de filas y obedece, en Rusia de la misma temporada le piden que ceda lo que le pertenece y obedece también...

Ser segundo cuando no llegas apenas tiene mérito, lo notable de hacer de paria es cuando se intuye en la obediencia debida el nervio de buey tensado que vuelve a su estado de reposo con tal de que el arco no dispare su flecha, y en este disparate de frialdad Bottas es un mago que nos ha hecho soñar a muchos que podíamos volver a ver al Rosberg de 2016. No es posible, los tiempos no lo permiten. Lewis no tendría sentido si no lo ganara todo y para eso es necesario que el de Nastola se sacrifique por el bien del espectáculo, y asuma que le llamen gordo y sobrevalorado, que se rían o que la prensa más especialista del mundo lo ningunée o ni siquiera lo contemple para un combo con Ferrari.

Hamilton y Vettel haciendo pareja en Brackley, cada uno ahogándose a su manera, y Bottas y Leclerc haciendo de Didier y Gilles en aquel agrio y desafortunado 1982 que sembró de oscuridades Maranello, dos animales hambrientos luchando por reventar los corazones de los tifosi. Dos arcos que cada vez que se abren es para morir o matar sobre el asfalto...

Liberado de sus gabelas y con su compañero feliz como una perdiz, el finlandés volvió a aclararnos en Austin en qué consiste ser un showman: brillante en las victorias y sumiso y dócil en las derrotas. Puedo pero no debo... la filosofía del artista perfecto.

Os leo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Alucino contigo. Ahora te gusta el matao de Bottas pero aprovechas la mínima para tirar mierda sobre Hamilton, UN HEXACAMPEÓN DEL MUNDO. No hablas de Ferrari ni del error de Leclerc, eso no interesa tifosi de mierda solo desinformar a los idiotas que te leen. Que clavado tienes 2007 PAYASO

Jose Tellaetxe Isusi [Orroe] dijo...

A ver, no sé qué has tomado pero tranquilízate.

De las últimas troleadas a Nürbu es lo más divertido que he leído. Hala, cuando te haga efecto el trankimazin vuelves ;)

Jose

Unknown dijo...

El descojone