miércoles, 6 de noviembre de 2019

Penske, Roger Penske


Estamos tan acostumbrados a las corruptelas en/de la Fórmula 1, que más de uno se ha llevado la mano a las cachas de la automática de bolitas al conocer que Roger Penske ha comprado la IndyCar Series y el Indianapolis Motor Speedway, así, con luz y taquígrafos, sin necesidad de ocultarse.

No os voy a venir con la milonga de que tengo familia y amigos en los USA porque efectivamente es así. No da para un máster, desde luego, pero sí para entender que la sociedad norteamericana es infinitamente más práctica que la nuestra, y que si son unos moñas y unos hipócritas con cantidad de cosas, en lo tocante a los dólares y la posición social, les gusta fardar de poderío más que a un tonto una tiza. ¿Tienes pasta para comprarte un rancho con la superficie de Arizona?, pues lo compras y que salga anunciado bien grande en todos los periódicos...

Fuera de bromas (o no tanto), quizás lo que no nos entra en la cabeza es que Penske, como propietario, va a ser el primer interesado en que todo salga bien tanto en las Series como en el óvalo más famoso del mundo. El de Ohio supone una garantía. Tendrá sus sombras como todo hijo de vecino pero podemos apostar lo que tengamos a que mimará la competición y el espectáculo porque pretende ganar dinero. Nada que comparar con Bernie. El británico ha sido siempre un especulador que ya desde su tierna infancia vendía bocadillos con sobreprecio en el colegio, y se pagaba guardaespaldas infantiles con bocadillos, claro está.

En serio, hagámonos un favor y no comparemos a la Bruja de Blancanieves con Roger Penske ni cómo trata este último sus negocios. En la vida puedes tener poder o autoridad y el norteamericano es más de cuidar lo segundo, por eso, seguramente, no le hace falta ocultarse de las luces cuando decide embarcarse en tal o cual empresa.

Os leo.

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