martes, 19 de noviembre de 2019

Tal vez con un cigarro...


Mucho aludir a etapas pasadas de nuestro deporte, pero nuestros actuales meapilas no saben reconocer que los Magnussen de antaño fueron los que ponían sal y pimienta y los que, en cierto modo, en bastante, para qué vamos a andarnos con milongas, ayudaron a poner los cimientos al negocio de Bernie...

Sin entrar en calidades —hoy no tengo ganas, lo siento—, nuestro danés es el típico piloto que ha llegado tarde a nuestro deporte y al que, como se insinúa en el título, le falta un buen cigarrillo en la boca.

Villanos de montonera. Los que eran como nuestro protagonista no se amilanaban ante nadie, lo suyo era sobrevivir a base de hostias, y cuanto más duras mejor.

Tampoco es que nos quede tan lejos esta figura mitológica que hoy está tan en desuso que la chavalería y el gentío preferiría desterrarla por siempre jamás. Felipe Massa, mi Felipe, por ejemplo, era un tío de armas tomar antes del advenimiento de la era híbrida. Luego se atemperó, también es verdad, pero en esencia era un marrullero de tomo y lomo que tomó ejemplo de su gran maestro, el Kaiser, otro que tal bailaba. Pastor Maldonado, un rocoso de libro, otro ejemplo. Daba igual donde estuviera en los previos a estrellarse solo o acompañado, el venezolano vendía carísima su piel siempre, y cuidadito con tratar de mojarle la oreja...

En fin. La estirpe de los duros y correosos es consustancial a nuestra actividad, forma parte de nuestro ADN, lo que pasa es que los jefes de equipo han abusado de regalar ositos de peluche por buen comportamiento y vestir a sus pilotos con mallas y tutú, y Magnussen desentona porque representa lo mugriento, no es pichafloja y hace de último mohicano de un mundo que ya se ha ido al carajo, que ahora es pretérito pluscuamperfecto y en nada se nos quedará en recuerdo para vitrina y naftalina.

Ya digo que no hablo de calidades porque para ser piloto cabrón, con todas las letras, no resulta imprescindible ser bueno ni malo conduciendo. Schumacher era un cabronazo de tomo y lomo, así que id haciéndoos cuenta. En todo caso, que es a lo que vamos, a Kevin se le acepta y se le quiere en la parrilla, incluso la FIA tiene algo especial con él, y estos son datos a tener en cuenta. 

Aunque suene machista (lo es, lo admito), tal vez con un buen cigarrillo humeante en la boca después de cada abandono o cada sacrificio de un rival, y un par de rubias rodeándolo en culotte ceñido y camisa anudada bajo los pechos, Kevin sería un mejor embajador para la Fórmula 1 que un Hamilton hexacampeón del mundo, que abriendo la boca es capaz de cargarse de un plumazo el enorme trabajo de concienciación que hay detrás del veganismo responsable y la ecología con dos luces.

Steiner lo está desaprovechando, y lo sabemos, que diría el meme de Julio Iglesias.

Os leo.

2 comentarios:

Elín Fernández dijo...

Ese y un terrorista son lo mismo. Deseo ver uno que le dé un escarmiento definitivo al aspirante a toro bravo hijo de Jan.
Saludos, José.

Cao Wen Toh dijo...

Maldonado tiene su Magnussen y éste tendrá su Ocón. O eso espero.