Los ingleses son tan... suyos, que siguen pensando que la Fórmula 1 les pertenece por derecho divino mientras a Liberty Media sólo le falta ponernos un desfile de Princesas Disney en la recta de meta de cualquier carrera, la de Losail, mismamente.
Si las prácticas para el Gran Premio de Qatar nos debajan un nuevo déjà vu del mítico pisando huevos de Michael Schumacher, por aquello de preservar gomas y kilometraje en las unidades de potencia, la clasificación para la Sprint aportaba poquito más, y en la susicha, el intríngulis ha sido que, de entre los quince primeros clasificados sólo ha habido tres cambios de posiciones entra la salida y la meta, contando entre ellos la moñada de Norris cediendo la plaza a Piastri por devolver no sé qué favor del pasado.
¿Hacen falta las Sprint? Diría que siguen siendo un relleno inútil para el espectáculo que sólo consume recursos, malgasta la ya delicada eficiencia de los monoplazas y harta la paciencia de los pilotos. ¿Debería la F1 poner más Sprint? Hombre, qué pregunta, a la chavalería le gustan estas gilipolleces y sólo por eso merece la pena intentar que, en vez de seis, sean doce, dieciocho o veinticuatro, total, van a seguir sin enterarse de nada.
Otra cosa es a los desterrados del lugar, esos, entre los que me incluyo, a los que la promotora nos ha dado definitivamente la espalda.
A nosotros nos ponen unas gomas especiales para clasificación, de esas a las que podías rebañar el caucho de la banda de rodadura con una espátula para repartirlo luego sobre una tostada de pan, liberas el caudalímetro, permites que el ICE consuma lo que le apetezca y dejas a los mejores veinte pilotos del planeta que se midan a una vuelta cronometrada, y sobra la mandanga de la Sprint pero esa misma noche no hay aficionado que necesite Viagra para disfrutar de los fuegos artificiales.
Moñadas aparte, nos está quedando una Fórmula 1 para encofrar dentro de una vitrina, a cuyo pie se lea: «La tenían delante pero no supieron dar con la tecla.»
Y eso, que os leo.
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