Desde que Elon Musk, el adalid de la libertad de expresión, decidió cancelar en Twitter todo lo que olía a expresión libremente articulada, el mundo globalizado se ha hecho un poquito más pequeño y cada segundo que pasa muere un hada, gazatí, para más señas.
Quiera Dios que alguien investigue al sudafricano si su plataforma tuvo algo que ver en las elecciones venezolanas y europeas, pues a lo peor descubrimos que estaba entrenando para las norteamericanas. Sea como fuere, mis publicaciones en su red se caían y los retuits dejaban de ser efectivos a los pocos minutos, segundos, acaso. El 3 de este mes, por la tarde, abandoné su cloaca, dos días antes de que un tipo que jamás debería haber llegado a ocupar el sillón del Despacho Oval revalidara su título de dueño del mundo, básicamente porque sólo hace falta un nutrido grupo de imbéciles que haga posible este tipo de milagros.
Me preocupa lo lejos que nos siguen quedando Gaza y su población palestina, Cisjordania y ahora el sur del Líbano. Creía ingenuamente que habíamos aprendido algo de las lecciones que nos brindó la II Guerra Mundial, pero veo que no, que siguen triunfando estimulantes gilipolleces como las vertidas por Arturo Pérez-Reverte o Íker Jiménez y sus contertulios, o por el inefable Pablo Motos y su recua de indocumentados mentales que ríen las gracias al director del porgrama, o por Ana Rosa Quintana o Antonio García Ferreras y su forma de hacer periodismo (sic), o Alsina, o por cuantos consideran que reducir Palestina a cenizas supone un bien para el Occidente democrático.
Netanyahu no es sino ese amigo al que le das tu lealtad sin hacer preguntas y acaba llenándote de mierda así te duches mil veces...
Gaza muere cada día porque somos tan genuinamente imbéciles como para pensar que cualquier futuro bueno levantado sobre cadáveres es posible, y así conciliar el sueño. Pero pasados los años alguien nos reclamará qué cojones hicimos que no supimos pararlo si estaba sucediendo ante nuestros propios ojos y en tiempo real.
Dice la RAE que Sensibilidad supone: compasión de las desgracias de otras personas. Compasión, humanitarismo, piedad, misericordia, filantropía, consideración, benevolencia, caridad, bondad, sensibilidad, amor, altruismo, afabilidad, y a esta definición es a la que hemos dado la espalda con tal de parecer que meamos colonia y que lo de Gaza ni nos va ni nos viene porque el Papa es zurdo y de eso se ocupa nuestro carnicero en Oriente Medio.
Pero nos consideramos europeos cristianos, apostólicos y romanos, aunque Jesucristo nos habría reventado a cordazos por hipócritas...
Gaza agoniza, gracias, entre otras muchas cosas, a que permitimos que un ricachón de mierda interfiera en nuestras decisiones y modele el mundo a su antojo, porque nada es importante hasta que vemos las orejas al lobo y resulta demasiado tarde para reaccionar.
Os leo.
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