La verdad, vivía infinitamente mejor cuando la ley y el orden los imponían los santos cataplines de Charlie Whiting [Frases hechas]. Había un nombre, un único nombre, como cuando con los dictadores Franco o Pinochet, o Nicolás Maduro, no os pongáis así, y con memorizarlo bastaba y sobraba para entender el mundo que te rodeaba.
Rebauticé a medio pueblo cuando nos vinimos a Gorliz en julio de 2011. Durante mucho tiempo llamé Julián a Richard, un vecino, igual que a Paco —ya me extrañaba tal abundancia de julianes—, y Concha la llamaba Charo, y a Arantxa le decía Amaya, y a Mertxe la llamé Encarni otro trecho larguísimo. Un no parar. Como creo que os he contado alguna vez, la peor parte se la llevó el marido de mi sobrina Regina, Iván, a quien apelaba como Álex hasta poco antes de nacer Cora, su hija primogénita.
Iván acabó mirándome mal, normal, aunque en mi defensa debo decir que los nombres de las crías y Leo no se me olvida ninguno, y, aunque no creo que sufra de anomia sí pienso que mi cerebro adolece de una especie de empanada mental que, bien mirado, tampoco es tan exclusiva porque luego descubres que mi amigo Elías se llama en realidad Miguel Ángel, que Marian, la amatxu de Iker, el del Argintxe, se llama María Fernanda —octava de nueve hermanos, a ver—, y que la bendita Mamen fue rebautizada así por su padre aunque en la pila bautismal la anotó el párroco como María Begoña.
La mejor de todos era Clarita, cuyo nombre real era María Blanca de las Nieves...
No me equivoqué con ella, cabe decirlo, todo el mundo la llamaba así, aunque llegué tarde para disfrutarla en toda su inmensidad. Cuentan las dueñas que siendo pequeña acompañaba a Antón —quien, por cierto, sigue llamándome Txema— y luego se iba sola a recogerse en casa cuando Gorliz era todo oscuridad al caer la noche. Brava, pizpireta, dotada de un infinito y generoso sentido del humor, no volvió a pisar el Batzoki desde que su familia le vendió el inmueble al PNV.
En fin. Rui Marques se estrenó en Las Vegas y tiene un nombre que no me resulta dificícil de recordar, lo que, obviamente, viene a ser un enorme punto a su favor, al menos para mí. Ha sustituido a Niels Wittich y supone una esperanza de estabilidad en la aplicación del Reglamento, algo que nos vendría de traca si finalmente se concreta. El portugués ofrece un aspecto de tipo majo que no es nada desdeñable tal y como van las cosas en nuestro deporte, y por eso, y porque su apellido se me ha quedado a la primera, solicito desde aquí que le demos una oportunidad legítima, no como esas que dan los periodistas ingleses a los zorros y palomos que pretenden cazar.
Os leo.
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