sábado, 30 de noviembre de 2024

El nuevo sheriff


La verdad, vivía infinitamente mejor cuando la ley y el orden los imponían los santos cataplines de Charlie Whiting [Frases hechas]. Había un nombre, un único nombre, como cuando con los dictadores Franco o Pinochet, o Nicolás Maduro, no os pongáis así, y con memorizarlo bastaba y sobraba para entender el mundo que te rodeaba.

Rebauticé a medio pueblo cuando nos vinimos a Gorliz en julio de 2011. Durante mucho tiempo llamé Julián a Richard, un vecino, igual que hacía con Paco —me extrañaba tal abundancia de julianes—, a Concha la llamaba Charo, las Arantxa eran Amaya, y Mertxe fue Encarni durante un breve espacio de tiempo. Un no parar, vamos. Como creo que os he contado alguna vez, la peor parte se la llevó el marido de mi sobrina Regina, Iván, a quien apelaba como Álex hasta poco antes de nacer su hija primogénita.

Iván acabó mirándome mal, normal, y, aunque no creo que sufra de anomia sí pienso que mi cerebro adolece de una especie de empanada mental que, bien mirado, tampoco es tan exclusiva porque luego descubres que mi amigo Elías se llama en realidad Miguel Ángel, que Marian se llama María Fernanda, y que la bendita Mamen fue rebautizada por su padre aunque en la pila bautismal la anotó el párroco como María Begoña.

La mejor de todos era Clarita, cuyo nombre real era Blanca de las Nieves...

No me equivoqué con ella, cabe decirlo, todo el mundo la llamaba así, Clarita, aunque llegué tarde para disfrutarla en toda su inmensidad. Cuentan las dueñas que siendo pequeña acompañaba a Antón —quien, por cierto, me llama Txema— y luego se iba sola a recogerse en casa cuando Gorliz era todo oscuridad al caer la noche. Brava, dotada de un infinito y generoso sentido del humor, no volvió a pisar el Batzoki desde que su familia vendió el inmueble al PNV.

En fin. Rui Marques se estrenó en Las Vegas y tiene un nombre que no me resulta dificícil de recordar, lo que, obviamente, viene a ser un enorme punto a su favor, al menos para mí. Ha sustituido a Niels Wittich y supone una esperanza de estabilidad en la aplicación del Reglamento, algo que nos vendría de traca si finalmente se concreta. El portugués ofrece un aspecto de tipo majo que no es nada desdeñable, y por eso, y porque su apellido se me ha quedado, solicito desde aquí que le demos una oportunidad legítima, no como esas que dan los periodistas ingleses a los zorros y palomos que pretenden cazar.

Os leo.

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