Sigue fuerte McLaren a un vuelta y, a las alturas que estamos, la cosa empieza a estropearme los prejuicios —prejuicios, sí, que uno también los tiene—, aunque Stefano Domenicali nos haya brindado una bonita excusa a la hora de encajar las piezas [La migraña].
Sea como fuere, los papaya siguen marcando la hoja de ruta en este verano que acabaremos dentro de nada. Norris se ha calzado la pole con Piastri a poquito más de una décima de distancia, aunque lo importante para mí ha sido la preocupante baja forma de los Red Bull en un trazado como Monza —casi siete décimas le ha metido el poleman a Max—, y contando con que a Checo hoy se le ha visto más cómodo y entonado que otras veces (recientes), y esa nada absoluta que ha rodeado las evoluciones del heptacampeón del mundo ante un público que el año que viene será el suyo.
Ferrari se ha mostrado discretito para mi gusto, con Leclerc por delante de Sáinz, a pesar de que todo lo que llevo escrito es un poco hablar por hablar, ya que entre Lando y Lewis no han transcurrido ni dos décimas, y entre el monegasco y el español sólo ha habido sitio para 6 milésimas.
A pesar de las características del circuito italiano Aston Martin sigue adoleciendo de falta de punch. Alonso sólo ha conseguido ser undécimo y Stroll se nos ha quedado en Q1, lo que nos pone en que, casi con total seguridad, este año lo firma la de Silverstone con una flojita quinta plaza en la tabla de Constructores, ya que todos los que están delante resultan inasequibles.
Y nada más, os leo.
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