martes, 20 de agosto de 2024

Se Majesté


No hubo ninguna sorpresa cuando en 1971 Georges Pompidou se paseó por las calles de París a bordo de un flamante Citroën SM Présidentielle recién estrenado. El SM gozaba de una belleza aplastante, era el coche del momento y suponía la metáfora perfecta de la industria gala...

El Palacio del Eliseo acostumbra a encargar coches especiales para uso protocolario del Presidente de la República y sus invitados, y en aquella época, el Citroën SM era el candidato perfecto, de forma que el gobierno había comprado varias unidades a la de Poissy y dos, en concreto, pasaron a manos del carrocero Henri Chapron previo alargado de la batalla y retoque de la caja de cambios y refrigeración del motor, con el fin de que la mecánica no se resintiera rodando casi al paso de una persona por los empedrados y asfaltos parisinos.

Desgraciadamente no he dado con el modelo a escala del SM Présidentielle color antracita —Norev o Solido, seguramente—, y tendremos que conformarnos en esta ocasión con el Citroën SM convencional de IXO, versión 1970, que Altaya llevó a los quioscos hace ya algunos años formando parte de uno de sus famosos coleccionables, pues lo tengo frente al teclado mientras escribo y representa de manera bastante fidedigna la majestuosidad del bicho, en chiquitín, claro.

Como todo mito de aquella época, al SM también le rodean algunas leyendas. 

Citroën había adquirido un importante paquete de acciones de Maserati en 1968 pero parece ser anterior a esa fecha la iniciativa de crear una berlina más grande y confortable a partir del DS de 1966 y su famosa suspensión hidroneumática, que pervivió en el GS y años más tarde se concretaría en el CX de 1974, de manera que el diseño del SM no partía del motor Maserati, como se cita en algunas fuentes, sino que el propulsor italiano de 2'7 litros, un V6 a 90º, se incorporó a la idea original —posteriormente se aumentaría la cilindrada a 3'0 litros.

Montado de manera longitudinal delantera, el SM se distingue por sus ópticas carenadas y porque los ejes anterior y posterior tienen dimensiones diferentes, muy diferentes, tanto es así que la vía trasera contaba con medio metro menos. 


Dotado de un bajísimo coeficiente de penetración en el aire y tracción también delantera, el habitáculo era bastante amplio y ofrecía una generosa comodidad a pesar de contar con tan sólo dos puertas —hubo una versión de cuatro—, y es que aquí donde surge otra de las leyendas que distinguen al SM.

El control de la transalpina llevó a Citroën a repensar su nuevo vehículo como una berlina deportiva de altas prestaciones que recibió inicialmente el nombre de Projet S, pero como había que resaltar la adquisición de alguna manera, a la S se le sumó la M de Maserati, aunque en los USA el modelo de vendió como Maserati SM, sin referencia alguna al fabricante francés. Sea como fuere, para el pueblo SM significaba Se Majesté (Su Majestad) y así se le conoce en prácticamente todo el mundo.


Elegante a rabiar, el número de innovaciones que incorporaba me lleva a recomendaros que echéis el ratito que haga falta indagando en su hermosa historia y catálogo de prestaciones.

Se presentó en los Salones de Ginebra y París de 1970 y fue galardonado en EEUU al año siguiente de ver la luz aunque en Europa no gozó de tanta suerte. Caro para los estándares del segmento al que servía, como a tantos vehículos de aquel periodo, al Citroën SM también se le cruzó en el camino la crisis del petróleo de 1972 y años siguientes, y es que el motor era Maserati, pero también tragaba gasolina como un Maserati...

Os leo.

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