Sáinz ha firmado por Williams y nos hemos quedado como ante un punto ciego, de esos que te impiden ver la realidad que hay detrás pero no la niegan, porque, básicamente, no pueden hacerlo.
Obviamente no estamos en la cabeza del madrileño ni sabemos qué le ha llevado a fichar por Grove, aunque ya hay quien ha sacado la saludable conclusión de que no le quedaba más y ¡a ver, qué remedio!, y sí, parece ser que no le quedaban más opciones donde escoger porque lo han botado malamente de Ferrari y era tirar p'alante o quedarse para vestir santos, que se decía antiguamente, y es aquí donde yo veo que Carlos gana más que pierde con su movimiento.
Arruinar la carrera de un piloto profesional es bastante sencillo. A Jaime Alguersuari se la dinamitaron en diciembre de 2011, cuando, con la parrilla cerrada para el año siguiente, Marko le anunció por teléfono que no seguía en Toro Rosso. En realidad, lo que le pasó al piloto barcelonés es el pan nuestro de cada día porque en el complicado mundo de la Fórmula 1, también se juega, y mucho, a eliminar posibles rivales sacándolos de la pista o amarrándolos bien en la propia escudería para que no destaquen, nunca, jamás...
No me extiendo. Nuestro protagonista se ha quitado de encima a Maranello y ello supone un puntazo de los grandes. Vivir siempre a la sombra de Il Predestinato, ¡qué agobio!
Me gustaba Audi, pero, por lo que parece, el proyecto está todavía verde y habrá que esperar a ver qué hace Mattia Binotto con él antes de sentenciar nada. Con Enstone me parecía precipitado comenzar a soñar, Alpine tiene muchas heridas por cerrar y conviene darle tiempo, pero Williams se antoja un buen sitio porque más abajo no se puede llegar —creo que va última esta temporada— y lo que hay por delante difícilmente puede ser peor. Además, ¡qué coño!, Carlos ha peleado en peores plazas y ha salido airoso.
Os leo.
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