Ni te esperamos

Uno de los valores más representativos de la madurez en el ser humano es su gestión de la frustración. Si lo sabré yo, que no me sale una a derechas.

Fuera de bromas. Por la razón que sea las cosas tienden a no salir como uno quiere y aquí los críos agarran rabietas y los adultos apretamos los dientes. En fin, me gustaba el Vettel de hace un porrón de carreras: fino, frío, capaz de sobreponerse a cuanta piedra surgiera en su camino, pero ha sido que las cosas comenzasen a torcerse un poco y que el chiquillo haya suplantado al tipo inteligente en el interior del cockpit del SF70-H número 5.

Así Ferrari no va a ninguna parte. Toda la estructura de La Scuderia está supeditada al killer, que diría Christian Horner, pero cuando se le necesita causa baja por cualquier chorrada.

Hoy casi hemos coincidido todos en que el problema para Vettel ha sido Max Verstappen. El de Heppenheim no ha podido con el holandés en pista y el muro de la italiana se lo ha quitado de en medio mediante un undercut que a la postre ha limado unas cuantas vueltas buenas que le quedaban a los neumáticos del alemán, y ha propuesto un stint largo, largo, demasiado largo para Silverstone, claro, que al final ha llevado a Sebastian a quedar relegado al séptimo puesto.

Si todo se circunscribiera a este escenario ni tal mal, pero a Kimi le habían avisado por radio en esos momentos de que uno de sus neumáticos sufría pinchazo lento y aflojara en consecuencia...

A ver, que no hemos nacido ayer a pesar de que muchos gilipollas piensen que consumimos drogas. A Iceman se le ha podido fundir el neumático o se le ha advertido por el pinganillo que como segundo piloto de la de Il Cavallino Rampante debía dejarse pillar por el espada número uno sin que se notara demasiado. ¿Lo malo del asunto...? Que por lo que sea, Raikkonen, pudiendo ser P2 se ha quedado en P3, y que el relevo, lejos de llegar en tiempo y hora se ha quedado a tomar por el saco, por ansioso y descerebrado, no más. 

Total, Brackley se distancia de Maranello en la tabla de constructores y Lewis ha metido una dentellada a Sebastian que ni en sus sueños más húmedos...

No, no vamos bien así. 

No voy a entrar en el debate de si Sebastian es el tipo más adecuado para Ferrari o no. Escribí hace tiempo que la italiana empezaría pasarlas putas en verano, y lo que me mueve a escribir estas líneas no es reclarmarle al merluzo de Vettel un poquito más de liderazgo y señorío o saber estar, sino señalar que quien con críos se acuesta mojado se levanta, que diría mi abuela.

Las mentalidades fuertes se forjan en los descalabros y Sebastian va a ser que no. Ni entiende que trabaja para la mítica, ni termina de asimilar que necesita más que nadie a Kimi. Que debe cuidarlo, que debe dejar al finlandés que haga sus tareas porque, al final, el beneficio los hará más grandes a los dos.

Llevamos demasiado tiempo sacrificando a Iceman por nada, y a lo peor la pregunta del día no sea cómo un tipo sobrevalorado ha llegado tan alto en el Gran Premio de Gran Bretaña, si no, más bien, por qué Vettel pesa tanto si cuando se le necesita nunca está ni se le espera.

Os leo.