sábado, 28 de enero de 2017

Good bye Manor


Puede ser casualidad, o no, pero de las cuatro iniciativas que han integrado la F1 Low Cost, sólo Manor ha gozado del apoyo explícito de la prensa y medios británicos, y por ende, de sus voceros en el resto del mundo.

Sin duda hay que tener padrinos, y en la Fórmula 1 seguramente son más necesarios que en otros ámbitos, de forma que no puedo evitar pensar en que la desaparición de Bernie al frente del negocio ha podido ser el desencadenante que ha llevado a la escudería de Fitzpatrick a echar el cierre definitivo, ya que, en sentido estricto, Manor había dejado de existir a finales de 2015, cuando Lowdon y Booth abandonaron el barco porque no había proyecto deportivo para 2016.

¿Es posible estar en Fórmula 1 sin proyecto deportivo? Bueno, parece ser que sí aunque sea por poco tiempo, como es el caso.

Buscas unos colegas que pongan la pasta, montas un sistema piramidal, en el cual, el dinero de los gilipollas que te rodean y que traen los pilotos para pagar sus asientos sirve para pagar las nóminas y los gin-tonics de la cúpula directiva, y ¡hala, p'alante!, que entre favor y favor aguantas lo que te echen hasta que no sea posible hacerlo más, momento en que te vas como si no hubiese pasado nada, con la agenda de contactos más abultada que cuando llegaste y con el bolsillo calentito, mientras la prensa amiga reflexiona sobre la desigualdad económica que reina en nuestro deporte.

Y me hace gracia este punto, porque si las españolas Hispania y HRT no merecían estar en F1, como se nos dijo, si Caterham gestionó pésimamente sus posibilidades, como se argumentó tras la desaparición de la malasia, si la rusa Marussia era flor de un día, lo menos que se podía esperar, ahora que lo de la británica Manor resulta irreparable, era un análisis profundo sobre el daño que ha estado haciendo a nuestro deporte la Fórmula 1 de amiguetes que ha sido hábilmente utilizada por Bernard Charles Ecclestone.

Llegados a este punto, me temo que no hay más vueltas que dar al asunto.

Me apena que un equipo abandone la parrilla, sea el que sea, porque hay mucho esfuerzo e ilusión a sus espaldas. Pero una imagen entrañable de un grupo de personas rodeando una maqueta 1/2 de un supuesto MR06, no hace una escudería por mucho que nos lo vendan así los doctores de la Iglesia. Hace falta, además, un propósito, una inteligencia que no busque sólo hacer dinero sino mejorar en pista, potenciar a los pilotos, buscar patrocinadores, agrandar la imagen de marca sin necesidad de un padrino, y aquí, qué queréis que os diga, el empresario Stephen Fitzpatrick y la cultura que representa, hace tiempo que sobraban.

Os leo.

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