lunes, 16 de enero de 2017

Joseph Turner en Babilonia


Sinceramente, no había que ser muy espabilado para entender a finales de la campaña anterior, que la normativa que íbamos a estrenar en 2014 era un pasado a limpio de la que utilizó la Fórmula 1 de 2009 a 2013.

Las constantes seguían estando ahí: aerodinámica restrictiva con mayor peso de las unidades híbridas. Se habían pulido la metodologia y eliminado las «medidas políticas» que llevaron a Max Mosley a dar paso a los doble difusores con el fin de limitar el poder de Ferrari y Mclaren aunque fuesen contrarios al espíritu de la norma (Newey dixit), pero a cambio, se germinaron una serie de monstruos que han dado lugar a que el apaño haya durado tan sólo tres sesiones.

Cuando se empezó a hablar de la de 2017 también mostré mis cautelas.

Y cuando comenzó a definirse, si mal no recuerdo, avisé de que el paquete de reglas muy bien se podía haber elaborado para proteger al proveedor único, y que eso conllevaba riesgos. Los volúmenes de las ruedas posteriores —dije—, iban a producir una estela sucia que complicaría los adelantamientos, al igual que el acortamiento de la dimensión longitudinal del fondo plano, el aumento del tamaño del difusor y la reducción de distancia al suelo que supone la nueva posición del alerón trasero, un poco más ancho, retrasado y bajo que ahora.

En esencia se puede decir que hemos desterrado las ideas que han estado vigentes de 2009 a esta parte, pero, apunto, de la peor manera posible.

Volvemos al pasado, pero esta vez lo hacemos cargados de pecados y con menor margen de maniobra. En 2008, último año de la enterior etapa, aún era posible entrenar para desarrollar o para intentar coger al rival. En 2009, en una de esas decisiones que justifican que Ferrari siga cobrando más que nadie, Maranello consentía en eliminar los entrenamientos privados...

Aquello supuso un disparo en el pie que algunos gilipuertas jalearon como si se hubiese conquistado Massada. Lo malo es que fue un tiro en el pie para todos. A partir de ahí: la nada.

Pirelli recién ha comunicado que lo normal para esta temporada que abriremos en breve será ir a una parada, porque su compromiso con los equipos y el espectáculo dan para eso de media por carrera. ¡Ahí, con dos cogieron! Y Adrian Newey, uno de los padres esenciales del reglamento 2017, nos ha advertido de que con la previsible reducción del espacio de frenada será más complicado adelantar en pista. ¡Ahí, ahí. Redoble de tambores!

Coges las dos informaciones, las agitas un instante, y la mezcla da como resultado que a partir de 2017, siendo complicado adelantar en pista no habrá capacidad estratégica para adelantar en garajes. Oh, wait!

Pues eso, que Joseph Turner, Cóndor, con estos mismos ingredientes alumbra sin despeinarse una o dos alternativas al ¡menos Twitter y más pelouse!

Os leo.

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