viernes, 22 de septiembre de 2017

¡Sacadnos de aquí!


Que los temas de conversación en redes sociales apenas toquen a Hamilton y Vettel a falta de seis carreras para que termine el Campeonato 2017, dice mucho de lo pobrecito que anda todo en nuestro bendito deporte.

Tampoco pido que la cosa vaya en plan Tyson y Holyfield, pero no se puede negar que lo formulero está tan tibio como sus protagonistas de esta campaña. Luego hay quien se enfada si llamamos Zipi y Zape a la pareja del año, pero ¡leñe!, que alguien caldee el ambiente o nos saque de aquí, que no es ni medio normal que el foco de atención esté puesto en Felipe Massa, mi Felipe.

El paulista es mutante y no merece la que le está cayendo.

Poderes... Bueno, todos tenemos alguno por ahí dentro, es cuestión de descubrirlo y ver para qué sirve. Pero repito: Massa los tiene, ojito cuidado con eso.

Mi progenitora, por ejemplo, es la versión nonagenaria de Marimati merodeadora nocturna. Viste pijama de cuadritos, su hábitat es la noche profunda y su magia consiste en recordarme durante el día que vaya añito lleva Alfonso y qué bien se le ve al morenín. Otro ejemplo. Una de mis cuñadas mayores —no pongo nombres porque la familia política tira con posta lobera—, tiene el don de no dormir cuando vela a mi suegra mientras los demás pensamos que lo hace a pierna suelta, y roncando, además. Lleva pijama tornasolado para pasar desapercibida entre los humanos normales. La llamo Lullaby en honor a la maravillosa canción de The Cure, ella, obviamente no lo sabe...

Mi poder radica en... ¡Ey, que estábamos hablando de mi Felipe!

Decía más arriba que es cuestión de mirar qué mutación genética nos hace tan especiales para el común de los mortales y de ahí para adelante, con la cabeza bien alta, y que Massa es mutante de pura cepa, aunque, a la vez, resulta un incomprendido de puta madre.

Mi Felipe juega en tiempo de descuento y está pensado ahora mismo en cómo coño se despide de nuevo de la canarinha cuando lleguemos a Interlagos. Pedirle que se centre es pedir mucho y lo saben él, Lance, Claire, Paddy y todo Williams, lo que justifica que le dejen hacer al volante sin exigirle demasiado, acaso, que no se mate en el transcurso de una de sus abundantes chorradas en pista.

¿Por qué le quiero tanto? Os cuento. Con Massa sabes inmediatamente si Pirelli está haciendo bien su trabajo o no, que actualmente es que no, aunque tal vez desgrane otro día este matiz que me sirve (a mí) para el día a día de este blog. Felipe, además, es la escenificación de lo bajo que hemos caído porque para contentar a un patrocinador hizo falta rescatarlo de la jubiliación, que tiene tela, no me digáis que no...

Mi Felipe, sin embargo, es mucho más que estas dos idioteces que os acabo de contar. Sustituyó a otro grande entre los grandes, Rubinho Barrichello, y desde su puesto de escudero leal y eficiente en 2006, permitió a todo un Michael Schumacher bregar como un endemoniado frente a la Renault de Briatore y Alonso para terminar cediendo la rodilla. En 2007, nada de lo ocurrido aquel año sería comprensible sin meter al paulista en la ecuación que dio a Kimi su primer y único título.

En 2008 tuvo mala suerte. La FIA no tuvo cojones para eliminar el Gran Premio de Singapur y el brasileño perdió el Mundial de Pilotos por un miserable punto ante Hamilton —leedlo de nuevo: un punto.

Y la temporada siguiente, un muelle del Brawn GP001 que conducía su compatriota Barrichello casi lo mata. Y el cabrón vuelve, y se resiste al destino, y acepta que si le dejan conducir una Ferrari es porque él lo vale. Y hace la vida imposible al Nano, y resta más que suma a La Scuderia porque es uomo Ferrari (Montezemolo dixit). Y el muy gañán se viene arriba y se enmarca en un encuadre que es puro chupado de cámara...

Alonso idolatra a Massa, no os quepa duda. El español le consiente todo porque con el brasileño sólo vale la paciencia infinita. Le quiere como se quiere a un hermano pequeño, nunca lo tocará, y Felipe lo sabe y responde ante la prensa consciente de su ventaja. Para él todo es un juego que tiene como gozne y artificio a un tipo que jamás le hará daño. Hay que pensar en estas cosas antes de ponerse a escribir artículos o sacar conclusiones, ¿o no?

Y mi Felipe es trending topic porque nadie habla de si Vettel tendrá bemoles para montrar un Ayrton vs. Alain si el devenir apunta a espadas en vez de a bastos. Porque nadie tiene huevos de preguntar a Lewis si tiene plan «B» en el caso hipotético de que las cosas se compliquen. En definitiva, porque nadie es capaz de preguntar a Sebastian hasta dónde es capaz de llegar con tal de amarrar un Mundial que se le va de las manos.

Vemos la película Rush y a dormir. En eso consiste todo ahora. Pero anda por ahí un tal Felipe Massa que nos recuerda con insistencia numantina que la Fórmula 1 es mucho más que carreras, y que podemos ahorrarnos llevarmos las manos a la cabeza ante la posibilidad de que 2018 no sea tan diferente a 2017. Política, intereses, espectáculo... y poderes.

Os leo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Magia es lo tuyo, José. Veo a Massa en televisión y siempre pienso en "mi Felipe" y en si al final vas a ser tú quien tiene razón.

Le he cogido cariño. No sé, a lo mejor me paso por Gorliz y me explicas qué me pasa doctor... Y no te vayas. Te leo últimamente mucho eso de que no estaré, pero no te vayas, Josete. Es más divertido leerte que ver las carreras. Tío, no te vayas o me enfado :P

Un abrazo, Maestro.

enrique dijo...

Tenía el arcabuz preparado para esta entrada de "tu Felipe"... Pero me has convencido. Es conmovedor!!

pocascanas dijo...

Esto no es un blog, es la vida misma...

Saludos desde el Coño Sur.