domingo, 3 de septiembre de 2017

Ida y vuelta a Astondo


Si nos pasásemos todo el tiempo hablando de Fernando Alonso, McLaren y Honda, o Renault, nos convertiríamos en una panda de frikies de pelo blanco y algodonado. La culpa es del pastor pero siempre se la echará al lobo...

Ayer hablaba de estas cosas con Hilly Preston mientras paseábamos juntos por el pinar de Gorliz, al atardecer. Le contaba yo que si fuese posible clonar a los viejos monstruos de nuestro deporte para pedirles que corrieran con nuestros chicos, la mayoría de ellos, si no todos, acabaría maldiciendo la ocurrencia mientras el populacho les llamaba sobrevalorados o cualquier otra lindeza. Los tiempos han cambiado tanto, le dije, que esto no lo reconoce ni la madre que lo parió.

¿Y llevar a los actuales a 1960 o 70, por ejemplo...?

No pude evitar dar un respingo. Imposible, Hilly. A ver, entiéndeme —le miré a los ojos—, no es que no puedan correr en esas épocas o antes o más tarde, incluso alguno podría darnos una alegría, no voy a negarlo, lo que sucede es que no están acostumbrados a mirar la muerte tan de cerca y si a Enzo Ferrari le parecía que tener un hijo hacía a un piloto 1 segundo por vuelta más lento, ni te cuento cómo se lo iban a pensar antes de apretar el acelerador sabiendo que cualquier error, cualquier bache, cualquier fallo mecánico o pinchazo, cualquier trazada mala, podría mandarlos al otro barrio...

Sí, los patrones nos querían un poco locos...

No sé si locos o inconscientes, pero estábais hechos de una pasta especial para subir ahí y poner el cacharro a más de 200 kilómetros por hora, y creo que no lo puede negar nadie que tenga dos dedos de frente. Por fortuna hemos dejado aquellos riesgos atrás. La seguridad es grande ahora, muy grande. Hombre, uno nunca sabe hasta qué punto conduce protegido, que mira lo que le pasó a Bianchi...

Pero entonces me estás diciendo que la Fórmula 1 es más fácil y no veo que no pudieran con ella Juan Manuel o Stirling, o Jim, yo mismo...

No es más fácil, es distinta, que no es lo mismo. Hoy guiar el auto es más seguro pero también más complejo, y, además, atiende a otros condicionantes. ¿Conoces a Michael Schumacher?, le pregunto. Y cuando asiente le cuento que después de haberlo dejado en Ferrari volvió con Mercedes-Benz y a lo más que llegó fue a quejarse de que parecía que se conducía pisando huevos. Hilly se ríe.

No, no te rías. Hay que cuidar los neumáticos, gestionar el monoplaza desde un volante que ya no es redondo y a cambio está repleto de botoncitos y cachivaches. Hay diferentes mapas para cada zona del circuito. Ya no consiste en que el piloto decide por una mezcla de intuición y experiencia que le es exclusiva...

Espera, espera. Explícame eso de los mapas...

Casi nos acercamos a Astondo y te voy contando entretanto cómo el piloto ha ido perdiendo independencia en el habitáculo...

Os leo.

1 comentario:

enrique dijo...

El problema es que es mas excitante desde el punto de vista del espectador verse pelear al piloto con el volante, que ver al piloto tocar botones y rodar manecillas. Desee mi punto de vista, que es el de espectador, es peor