jueves, 21 de septiembre de 2017

El Daniel pescador


Una parrilla no se puede considerar realmente buena si no dispone de tres o cuatro buenos pilotos pescadores, pero pescadores de los auténticos. 

No señalo a conductores que saben aprovechar una, dos, o las veces que haga falta, cualquiera de esas dichosas ocasiones únicas que se le escapan a la diosa Fortuna cuando juega a los dados, me refiero a ese grupo reducido de individuos que eligen sitio donde aguardar pacientemente, que saben qué tipo de suerte quieren cobrar y la esperan hasta prenderla del anzuelo y el sedal.

El mejor pescador que hemos tenido en los últimos tiempos se llama Jenson Button. Nadie como él para leer una carrera de cabo a rabo, ni Schumacher, ni Alonso. Nadie, repito, nadie para saber dónde arriesgar minimizando daños y sacando astillas de cualquier oportunidad por pequeña que fuese. Supongo que los años pasados en Bar-Honda y luego en Honda a secas, lo convirtieron en un tío más listo que el hambre, pena que apostando por McLaren-Honda se equivocara de plano, como Fernando Alonso...

A Jenson lo bauticé en su día como Fisherman King y hoy, buscando cómo rematar la faena con Daniel Ricciardo, iba a llamar al australiano Kingfisher, ya sabéis, como el ave de colorines, cosa que de haber prosperado, la verdad, habría resultado como pedir consejo a Sergio Marchionne para comprar un ramo de flores.

En fin, el nombre español de este coño pajarillo de río es menos sonoro que en british language pero infinitamente más bonito: Martín pescador, y puedo decir, además, que tuve oportunidad de ver uno en acción junto a mi buen amigo Iñaki Zorrakin, hoy tristemente desaparecido, durante un trabajo de ilustración que realizamos juntos sobre la fauna y flora de los alrededores de Lekeitio.

No me voy a enredar hablándoos de Iñaki y su infinita humanidad. Sé que a él, que le importaba un pimiento el mundo de los coches y llamaba Alfa Romero al 33 1.7 16v Quadrifoglio de mi socio Luis, le encantaría que bautizásemos Daniel pescador a esta variedad del Alcedo Atthis que sólo se puede observar cada fin de semana de Gran Premio.

Y es que Ricciardo, como decía antes, es un lector de carreras de los que no hay. Sáinz, Alonso, Raikkonen cuando le dejan, él, tal vez Nico (Hulk), y pare usted de contar. Y de todos ellos, sin temblarme la mano diría que es el mejor en la actualidad.

A ver, el RB13 ayuda bastante. Desde el RB10 (2014), los coches de Milton Keynes necesitan de mucha inteligencia y muchas manos al volante. Antes era pillar la pole y arreando, que es gerundio. Pero estos últimos años no, ahora toca trabajar desde posiciones con menos solera y esperar a que suene la flauta mientras defiendes más que atacas. El caso es que como digo siempre, la suerte es una aliada en Formula 1, pero funciona mucho mejor si la buscas, si estás ahí cuando salta el chispazo.

Para mí supone un lujazo ponerme al teclado con la intención de echar el rato hablando de las enormes virtudes en pista de aussie junior.

El cabroncete sólo asoma las orejas cuando el líder del equipo causa baja por problemas mecánicos o exceso de testosterona. Es un 2 con espíritu de 1, y lo cierto es que este año se lo está poniendo sumamente fácil el bueno de Max Verstappen. Pero para puntuar, para soñar con el podio, lo primero de todo pasa por terminar las carreras, y Daniel las acaba como se las merendaba en hace tres temporadas, cuando compartía colores con Sebastian Vettel en Red Bull.

Merecía aquel subcampeonato y seguramente algo más. Pero si a él no parece importarle no nos vamos a poner más papistas que el Papa reclamando lo que herr doktor Marko no está dispuesto a darnos.

Daniel es feliz así y no conviene meternos donde no nos llaman. Él sabrá. Lo que sí está claro es que si la parrilla no desluce tanto como debería es porque contamos con individuos como él, coraciformes a los que no les hace falta ni el pinganillo ni el ingeniero que hay al otro lado. Han interiorizado lo que hay que hacer, leen las carreras como si fuesen pianistas ante una partitura, y llegado el momento, rematan porque saben dónde ponerse, qué pieza cobrar, y estiman, con muy poquito margen de error, cómo pillarlas.

¿Suerte? ¡Los cojones!

Os leo.

2 comentarios:

enrique dijo...

A la chita callando Daniel le ha dado ya un buen repaso a Vettel cuando fueron compañeros y está haciendo lo propio con Max. Si, ya se que Max ha tenido muchos abandonos, pero la paliza no deja de ser curiosa. Espero que no sea el Poulidor del ciclismo.

Alberto dijo...

Y encima es un tipo que esta siempre feliz!!

Todos deberíamos tener un tipo con ese optimismo en nuestra vida.