jueves, 20 de noviembre de 2014

Érase que se era


Ha sido leer sobre lo que acarrearía escribir una «bobada sobre una obra de Shostakovich» y que me haya subido la bilirrubina. 

A ver, alguien que pretende realmente hacerse el gracioso escribe Sostacobich, Shosthakowich o Shostierrebich. Pero poner Shostakovich, así, con todas las letras bien engranadas y aunque falte una tilde, delata una profunda animosidad a la hora de subirse a las barbas del interpelado, como si los cielos se abrieran y por ellos bajara una luz que pretende iluminar el mundo desde esa posición dominante que permite advertir a los considerados vulgares entrometidos: por desgracia su cuenta es pública.

¿Por desgracia? ¡No jodamos! La desgracia la sufren quienes se sienten en la necesidad de afirmar ante su auditorio que intentan poner las cosas en su lugar y que la información sea concreta para que no se creen leyendas urbanas ni falsedades (aquí viene lo bueno), desde una cuenta de Twitter.

Podrían alimentar un blog donde explicar estos y otros asuntos sobre la Fórmula 1, incluso donde disertar largo y tendido sobre el músico de San Petersburgo, pero no, es mucho más sencillo vivir del cuento y amilanar a quien se ponga por delante proponiendo vericuetos semánticos en los que se ahonda en el consabido yo sé de esto y tú no, así que mejor te callas.

¿Y por qué hay que callarse. Porque lo diga un iluminado?

La Fórmula 1 lleva un derrotero de patrimonialización que comienza a poner los pelos de punta. El ejemplo sobre el que he estado escribiendo en los primeros párrafos es de hace como quien dice nada, y se ha dado en la red del pajarito entre un colega y un pseudogurú, como podría haberse dado en cualquier otro sitio de internet, pero lamentablemente es tan solo un exponente de esa corriente de imposición de criterio que se va abriendo camino conforme la mínima educación le va dejando espacio. 

Al paso que vamos, dentro de muy poco solo podrán hablar de Fórmula 1 los ex-pertos y los que vieron a Juan Manuel Fangio bajarse del coche. El resto tendrá que callarse porque esto es muy complejo y antes de opinar hay que saber de lo que se habla, no sea que por un desliz se originen leyendas urbanas o falsedades que seguro que ponen en riesgo los cimientos de nuestro deporte.

Érase que se era, y Shostakóvich, y una luz chiquitita que pretende guiar al rebaño por las dunas del pérfido desierto, en pos de un oasis cuya posición conocen ella y el Tato... Y todo ello en Twitter, donde por desgracia, un estornudo es huracán solo para las pieles más finas, of course!

Os leo.

2 comentarios:

J-CAR dijo...

El mejor análisis transcomunicacional algorítmico que conozco sobre ese tipo de críticas:
http://youtu.be/wt0NiD55s3c?t=13s
Saludotes!

Jose Tellaetxe Isusi [Orroe] dijo...

XDDDDD Grande, J-Car XDDDD

Una abrazote ;)

Jose