jueves, 8 de septiembre de 2022

Tanto para tan poco

Parece mentira que sigamos comparando fenómenos similares que se obtienen mediante conceptos bastante distintos, y encima los cataloguemos de menos a más.

En fin, que los monoplazas de finales de los setenta y comienzo de los ochenta del siglo pasado pudieran circular sin alerón delantero, no significa que la downforce que producían a su paso fuese más potente que la obtenida por los vehículos de 2022, sólo supone que las alas anteriores no estaban implicadas como ahora en lograr el efecto suelo, ya que los pontones iban sellados con faldillas, polleritas, como cariñosamente las llama Estefanía, y éstas formaban parte «indispensable» de aquel milagro.

Los coches actuales no disponen de este tipo de aditamentos que servían para acotar el camino, por decirlo así, del caudal que recorría los perfiles alares que iban dentro de los pontones y que éste no viera comprometido su cometido por la presión ambiental del aire circundante. Las faldillas sellaban los laterales, en una palabra.

Para conseguir el efecto suelo (antes y ahora) se hace necesario que exista una diferencia de presiones entre la parte anterior y posterior del perfil curvado, porque, de esta forma, el aire que lo atraviesa se acelera y produce una fuerza resultante que llamamos sustentación invertida (downforce), que para ofrecer la ganancia esperada debe trabajar sin fugas ni interacciones con la bendita presión ambiental. 

Hoy también hace falta sellar los laterales —obvio, ¿no?—, pero el «sellado» se logra de diferente manera que hace cuarenta años, fundamentalmente extrayendo aire de debajo del coche, y, esta vez, si bien de manera indirecta, con la implicación de los alerones delanteros, pues a fin y a cuentas son ellos los que gestionan una interesante porción de lo que sucede en el monoplaza, aerodinámicamente hablando, una vez los flujos frontales acarician la punta de la nose o las aristas anteriores de la pieza principal del ala y comienzan a generar carga.

Como hace cuatro décadas, tampoco hay magia que valga. Todo son habas contadas. Entonces el aire se extraía casi exclusivamente por detrás y hoy se utiliza otro método más ambicioso, pero el resultado es el mismo: el caudal inferior se acelera y produce downforce impidiendo que la presión atmosférica lo afecte. Antes se podía prescindir del alerón delantero porque originaba resistencia al avance, y, en la actualidad, no es posible hacerlo porque del diseño de esta pieza en concreto depende el comportamiento del vehículo en su conjunto.

¿Mejor, peor, más o menos? Sintiéndolo mucho, diré que estas preguntas las responderá el cronómetro, y que todavía resulta temprano para mirar lo que dice la aguja porque la Normativa que acabamos de estrenar alcanzará sus mejores momentos allá como a partir de 2024.

Os leo.

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