El VIII Gran Premio de España tuvo lugar el 24 de septiembre de 1933, pero tanto había ido el cántaro a la fuente en las ediciones de 1928 y 1929 que todavía consta en algunos anales y archivos como celebrado cuatro años antes, concretamente el 5 de octubre de 1930, equivocado, cómo no, con el VIII Gran Premio de San Sebastián [MotorSport Magazine; 1930 Spanish Grand Prix].
Europa había comenzado a sufrir las consecuencias del Crac del 29 y el futuro no auguraba nada bueno. En España, el Directorio de Miguel Primo de Rivera se agotaba preludiando el exilio de Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República en abril de 1931. La moneda oficial, la peseta, había sufrido una fortísima depreciación, había poco pan y quedaban menos ganas de circo...
Entre retrasos, pantomimas e interminables reuniones y juegos de salón, la Comisión Deportiva Municipal acabó sacrificando las XII Horas de Turismos, teóricamente para salvar el Gran Premio, pero el tiempo se había echado encima, poner a punto el circuito para recibir la cita seguía siendo costoso, y, al final, el empeño de la Diputación de Guipúzcoa fue el que materializó el milagro por segunda vez consecutiva, pues ya había terciado meses antes buscando la ayuda de Madrid.
En base a un programa de mínimos consistente en los arreglos imprescindibles en el Lasarte-Oria y la extensión por parte de Diputación de un aval a nombre del RACG para cubrir las posibles pérdidas, el VIII Gran Premio de San Sebastián pudo ponerse en marcha, aunque recortado en su kilometraje y demasiado alejado de las fechas más golosas para acercarse a la Bella Easo, lo que, a priori, podía afectar a su éxito.
Contrariamente a los pronósticos, la prueba obtuvo una tremenda respuesta por parte del público de taquilla y los numerosos curiosos y aficionados que jalearon el paso de los ases a lo largo y ancho del trazado, debido, fundamentalmente, a la atractiva panoplia de pilotos y máquinas que había conseguido atraer el RACG al evento. Así las cosas, el primer domingo de octubre, día 5, muy soleado, sobre un recorrido de 30 giros y una distancia total de 519'450 kilómetros, tomaron la salida quince vehículos dispuestos a darlo todo, al menos hasta que Achille Varzi comenzó temprano a romper récord tras récord de vuelta rápida sobre su Maserati Tipo 26M.
El de Galliate dominó la carrera de cabo a rabo y cruzó primero la meta 3 horas y 43 minutos después. Únicamente terminaron ocho coches. Aymo Maggi obtuvo la segunda plaza también sobre Maserati, y el tercer puesto fue para Henry Stoffel conduciendo un Peugeot Type 174. La historia y el periodismo de la época hicieron el resto, y el VIII Gran Premio de San Sebastián sigue pasando apócrifamente por el VIII Gran Premio de España que jamás se celebró en 1930.
Os leo.
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