A finales de julio de 1927, mantenerse cerca de la Familia Real española no suponía lo mismo que doce meses antes. La situación social y política del país era delicada entonces y la monarquía atravesaba momentos muy bajos de popularidad, ahora también entre la burguesía y clases adineradas. La Bella Easo seguía siendo el lugar idóneo para el veraneo, pero los mismos que disfrutaron de rodearse en ella de los aromas destilados por Alfonso XIII y su Corte, habían comenzado la espantada.
Por otro lado, el Directorio de Miguel Primo de Rivera no estaba por la labor de desaprovechar los numerosos beneficios que proporcionaba, puertas afuera, un evento de las caraterísticas del Gran Premio de España de automovilismo, y Madrid animó a los medios generalistas a promocionar la cita a pesar de que el Palco de Autoridades en Lasarte no iba a mostrar el esplendor de años anteriores. Obviamente, el trabajo del Real Automóvil Club de Guipúzcoa tuvo el mismo enfoque.
En total, 18 participantes se habían inscrito de manera previa para disputar el V Gran Premio de España, la mitad encuadrados en las marcas del momento: Robert Benoist, Edmond Bourlier y André Morel con Delage; Albert Divo, William Grover-Williams —quien sería el ganador del primer Gran Premio de Mónaco en 1929— y Louis Wagner, todos ellos con Talbot; y Emilio Materassi, Caberto Conelli y André Dubonnet con Bugatti.
El elenco inicial se completaba con los tres integrantes del equipo Jean-Graf; George Eyston sobre un Aston Martin Halford Special, y si no el primero, uno de los primeros Maserati en competición, inscrito por el Marqués de Sota y conducido por Joaquín Palacios.
Finalmente, ni Talbot ni el Jean-Graf ni Eyston se presentaron a disputar el Gran Premio, de forma que con algunos cambios de última hora, todo quedó en 13 vehículos componiendo la parrilla, aunque, en el momento de la verdad, únicamente partieron 7 el domingo 31 de julio, dispuestos a dar 40 vueltas al Lasarte-Oria para completar los 692'6 kilómetros que componían la carrera.
Palacios duró poco sobre el trazado, apenas una vuelta, lo justo para embolsarse las 500 pesetas que recibían los participantes. Louis Chiron había reemplazado a Dubonnet al volante de su Bugatti T39A, pero acabó abandonando, como hicieron por diferentes avatares otros dos pilotos más, de manera que sólo terminaron tres: Robert Benoist como vencedor absoluto sobre uno de los dos Delage Tipo 15 S8 en pista, seguido por Caberto Conelli (Bugatti) y Edmond Bourlier con el otro Delage.
Os leo.
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