domingo, 6 de abril de 2025

Gran Premio de Japón


Aquí, en Nürbu, conocemos perfectamente qué significa para los rivales que el enemigo tome la punta de la carrera y circule con aire limpio la práctica totalidad del tiempo.

Christian Horner, que viene de ciencias, lo ha expresado en términos de ventana estrecha de rendimiento óptimo, que queda mucho más cientificorro que decir: Milton Keynes ha vuelto a exprimir los caudales que baten la carrocería y el fondo curvado, a la manera Newey, a pesar de que el RB21 presenta todavía algunas carencias, que, en palabras del británico, se resolverán a la mayor brevedad posible —lo que nos vamos a reír.

Ahora sabemos por qué ayer tiró de riñones Max, con tal de asegurarse un lugar en la parrilla que le permitiera extraer lo mejor del monoplaza en Japón, lo que acabó valiéndole la pole position, y, de rondón, conocemos la razón de que, de las tres carreras que se han disputado, ésta haya resultado la más flojita, aparentemente.

Tengo bastante oxidados mis estudios de estética y psicología del arte, para qué voy a engañaros, pero en cuanto a percepción, comprendo que no suscita la misma emoción ver a un tipo bregar con un vehículo crítico, aerodinámicamente hablando, para rascar como mucho un segundo puesto, que verlo despegar y dominar de cabo a rabo una prueba; pero si sumamos a lo de hoy lo sucedido hace veinticuatro horas, se percibe muchísima inteligencia desplegada en el mismo fin de semana, y eso a mí me emociona, como imagino que os ha sucedido a muchos, de los que leéis Nürbu asiduamente, seguro.

A diferencia de Vettel en su etapa de dominio, Verstappen ha interiorizado las flaquezas y virtudes de su trasto y se adapta a ellas como no hacía el alemán, ni Hamilton con su coche durante su época gloriosa —hoy se ha mostrado otra vez muy tibio, la verdad—. El objetivo es siempre el mismo: ganar, pero Max dispone de esa jodida facultad, exclusiva de los grandes, de ofrecernos una versión de sí mismo distinta según sean las circunstancias, y eso, resulta obvio decirlo, también me emociona.

Las emociones tasan a la baja en nuestro mundo moderno rebosante de convencionalismos, timitos y buenas maneras —¡coñe, tanto que hay críos y mayores que todavía no entienden que esto va de emociones, precisamente, y no de rabietas infantiles vertidas por radio, números, telemetrías, estadísticas, declaraciones!, ¡yo qué sé de cositas que permiten a Liberty teneros agarrados por los cataplines o la potxolita, y llevaros así donde quiere!

Como tenéis, o vais a disponer en las próximas horas de información pormenorizada, os ahorro el disgusto de seguir leyéndome y a ella os remito para saber del bueno de Antonelli, de lo soso que nos ha quedado Leclerc verbigracia del muro de Ferrari, de un Russell que sigue reclamando más auto, y de una McLaren que hoy ha vuelto a sacrificar a Piastri a cambio de nada.

Os leo.

No hay comentarios: