miércoles, 16 de abril de 2025

El Karaoke


Descuidad, no se me ha ido la pinza. Sé perfectamente que nuestra próxima parada es Jeddah, pero, puesto que iniciamos gira lisérgica, he pensado que venía mejor una estampita del Autódromo Internacional de Miami encabezando el texto, básicamente porque el norteamericano ofrece mejor aspecto visual que el saudí. Más racing, vamos.

Al hilo de lo escrito anoche [Cultura líquida], me apetecía insistir en el enorme destrozo que continúa perpetrando Liberty Media sobre nuestro deporte, pues, a la vista está, creo: la peña ha dejado de valorar los circuitos por su calidad inherente y se contenta con evaluarlos como se hace actualmente con los pilotos y las máquinas, a base de números y con abundante relleno dulce de ecos a épocas pasadas.

Obviamente no es tiempo para un Brands Hatch, un Watkins Glen o un Kyalami, o los europeos Nevers Magny-Cours, Osterreichring o Zolder, por citar un puñado de ejemplos con auténtica personalidad, que permitían al aficionado diferenciarlos sin edulcorantes ni referencias porque, en cada uno de ellos, los conductores y sus cacharros circulaban siempre diferente y, en consecuencia, solían resultar distintos de un año para otro.

Empezaba el párrafo anterior con «obviamente» porque con el tamaño de nuestros monoplazas no hay Dios que vuelva allí —ya hemos visto en qué quedó Le Castellet (Paul Ricard) tras su inevitable ajuste a los nuevos tiempos—, vaya por delante, y también porque las prioridades de la F1 implican curvas menos difíciles, mayores escapatorias, que procure no llover, y, en líneas generales, que la cuerda facilite la experiencia televisiva a través de la retransmisión.

Hay excepciones, desde luego. 

Bernie nos coló una carrera en el aparcamiento del Caesars Palace de Las Vegas, pero duró poco porque hubo un fuerte rechazo que incidió en el oficial y normativo: el público estadounidense no respondió al evento como se esperaba... Hoy también las hay, pero Jeddah y Miami no encajan en este criterio, debido a que, desgraciadamente, forman parte de una burda tendencia que ya se ha instalado entre nosotros. 

No me alargo. Basta que los coches inicien y terminen la carrera en el mismo punto transcurridas unas vueltas, para que llamemos trazado a cualquier cosa. Si es rápido, mejor, porque podremos aludir a Monza o Siverstone. Si es lento, ni tan mal, sobre todo si está cerca del mar, ya que, inevitablemente, recordará vagamente a Mónaco. Entretanto, en medio de luces led y mucho brilli-brilli, Liberty y sus secuaces insistirán en recitar cifras en voz alta y alardear de éxitos sin paliativos, mientras con la otra mano siguen empobreciendo más y más el criterio de los aficionados, eso sí, a cambio de dejarnos acompañar a Mecano cantando Un año más:

En la Puerta del Sol, como el año que fue. Otra vez el champagne, y las uvas, y el alquitrán...

Os leo.

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