Resulta digno de encomio el esfuerzo que están realizando los medios para evitar indagar en el triste inicio de temporada que está firmando Hamilton, y pretendo resaltarlo cuando parece que no hay nada más de qué hablar, salvo las cuatro pijadas de siempre y el lío interno que llevará a Red Bull y su piloto estrella a estrellarse, valga el jardincillo de repeticiones en que me he metido.
Echando la vista atrás, y consolidando con hechos inculpatorios, opiniones y enlaces, lo prometedor que resultaba el citado estreno cuando aún no habíamos levantado la persiana, no me extraña tanto que la lavadora se haya puesto en marcha como que la gente siga mordiendo uno de los anzuelos más antiguos que existen.
Si al británico no le va bien peor le habrá ido a otro, y así desde que el chiquillo desembarcó en la máxima disciplina en 2007...
Esta mañana hablaba con Álex sobre cómo anda el mundo, nuestro mundo, vaya, ese mundo chiquitito que depende del grande y comienza con cualquier pavada y uno nunca sabe cómo acaba, ni dónde, y hemos terminado, porque había que concluir antes de que nos sacaran bandera negra, por nada más, hablando de los puritanos de nuestro mundillo y los abundantes arqueólogos que siguen dando la razón a los críos, aunque no sea esa su pretensión.
¡Y lo cojonudo es que extrapolan!, me decía. Y sí, lo lamentable del asunto es que extrapolan —Aplicar a un ámbito determinado conclusiones obtenidas en otro, según el Diccionario de la Lengua Española—, y ni se enteran de que El Flautista de Hamelín, añado yo, lo mismo limpia de roedores el pueblo que secuestra a los niños porque no le han abonado lo pactado, que hace sonar su flauta para llevar a los aficionados a la Fórmula 1 a territorios en los que, lo que resultaba crucial hace un mes escaso ahora es prácticamente anecdótico.
¿Lewis venía a salvar Maranello y devolver su brillo a La Scuderia, o no?
Vale que a Charles le han levantado dos carreras, por minucias, para que este resultado global sea tan churri a falta de veintidós fines de semana, pero ¿dónde demonio ha quedado lo de la libertad de acción para los dos pilotos?, ¿y lo del trato justo inter pares? Ya puestos, también me pregunto si Vasseur tiene otra cara que poner ante la cámara...
Hamilton es más guapo que tú y que yo, y que Julio Iglesias, pero no deberíamos dejarnos embaucar por la música.
El de Stevenage fichó por Ferrari para interpretar al británico que salvaba a la italiana según la mitología anglosajona, pero, tras dos citas, no parece un gran logro hacer nono con el compañero monegasco en el décimo lugar, a un miserable punto de distancia.
No considero que sea algo para sacar pecho, obviamente, pero tampoco para vernos obligados a tender un manto de silencio que chirría por los cuatro costados, salvo que quien esté viendo la F1 sea uno de esos abonados al ¡Sálvame!, la Isla de las Tentaciones o Gran Hermano, un Incel que no distinguiría, ni en siete vidas, que en una mujer hay mucho más de lo que imagina su perturbada y menguada sesera, o un abuelo Cebolleta, pongamos por caso, que sigue anclado en el pasado porque allí hace calorcito y no hay que responder preguntas.
Os leo.
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