Los entrenamientos siguen su curso y desde que finalice mañana hasta el Drive to Survive #7, apenas quedará espacio para poner una maldita zancadilla a ese especialista que nos cae atravesado, o, acaso, malgastar la última flecha del carcaj aclarando que esto no va de velocidades punta ni de suma de vueltas, sino de calidad de datos.
El fútbol que llevamos en vena nos ha nublado la vista, incluso en el programa de Pedrerol juegan a ver si aciertan, a si el Williams es tan bueno como dicen o la sonrisa de Hamilton en el interior de su Ferrari significa tres o cuatro victorias para la rossa. Con Aston Martin y Red Bull se masca en el ambiente que nadie quiere mojarse más que lo imprescindible, aunque hay consenso en que McLaren revalida su éxito del año pasado. Para mí que Russell vence en Albert Park —lo he leído en los huesos sobre las cenizas o en los posos del café, no lo recuerdo—, básicamente porque sigo manteniendo intacta la fe en mis sentidos y esta temporada me he jurado disfrutar como cuando crío.
Os leo.
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