Liberty Media ya tiene otro evento que ofertar a cuantas sedes deseen pujar por él para el año próximo y tal, y más allá de esto, poquito más puedo decir sobre la gala #F175, salvo recomendaros que os entretengáis en redes sociales comprobando cómo los que beben duro y saben que la capital de Georgia es Tiflis (Tbilisi), y además pueden localizarla en el mapa, andan a un lado de la sala, protegidos por la penumbra, como maldiciendo la hora en que la dictadura woke les impide hablar claro para ciscarse en todo lo que se menea, mientras mascullan una oración antigua por lo bajinis, con el fin de que el Capitán Alatriste despierte, dé un paso al frente y, en su página del domingo, ponga los puntos sobre las íes a tanto sindiós.
En el meollo del apasionamiento, sin embargo, todavía hoy se percibe un jolgorio febril y desmesurado, fruto, sin duda, de ese hipnotismo adolescente que se contagia entre los integrantes de la chavalería cuando envidian algo y no saben identificarlo...
No os voy a preguntar cuántas veces he apuntado lo de los desfiles de Princesas Disney esta temporada pasada, y la otra y la de más allá, hace unos días sin ir más lejos [Lo lampedusiano]. Pues mira, los tiempos insisten a pesar de que a uno le pillen cada vez un poquito mayor, aunque no tanto como para que renuncie a preguntar: ¿cuando se disipe el brilli-brilli con qué nueva bobada engatusarán al personal?
Alatriste no ha movido un dedo por el Golfo de México y resulta muy dudoso que venga a sacarnos las castañas del fuego. Sois libres de esperarle, faltaría más. En todo caso, Liberty está triunfando entre el público que ha elegido para seguir amasando millones y, gracias a Dios, a nosotros nos ha desterrado.
Os leo.
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