¡Venga, que no decaiga; mantengamos vivo ese nervio!
En nada nos ponemos con las pruebas de pretemporada, cerrando febrero y donde Brian perdió su sandalia, y en menos de un mes renovamos nuestro pacto con el diablo en Melbourne, tierra de canguros donde suena el ancestral didgeridoo.
Terence Fletcher nos pide mantener la tensión. ¡Qué demonios, nos lo exige! Leo a los aguafiestas de siempre algo así como «Desmontando “Whiplash"» con la pretensión de rebatir diez mitos de la película (sic) —luego me afeais qué me lleve mal con el academicismo, sobre todo con el barato—, que supone lo mismo que intentar rebatir los mitos de «The most excellent and lamentable Tragedy of Romeo and Juliet» o los de «El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha», o, ya puestos, exponerse a hacer el ridículo en público tratando de desmontar a Gilles Villeneuve.
Lo cierto es que JK Simmons (Fletcher) me pide que me deje el alma en el teclado y ni lo pienso. Y si me demanda mayor esfuerzo y que vaya más lejos, allá que voy, pero no por contentarle, más bien por encontrar mis límites físicos y mentales, y ver si puedo avanzar sólo donde mi maestro no tenía previsto, y alcanzar finalmente el SS Peregrina antes de que selle muelles e inicie su salto al hiperespacio.
No me enredo. Esta temporada la he comenzado con menos ganas que otras veces, os consta, pero me he pillado un nuevo disco duro externo de 4 Tb que ayer fue bautizado con todos los honores como Gipsy 04, para sumarse así a los Potxolin 01 y 02, a los Adelita 01 y 02 y a los tres Gipsy anteriores. Dios dirá donde llegamos, obviamente, pero intuyo que será un lugar hermoso aunque los noveles que dominan la Tierra no entiendan ni papa, ni del ahora ni de que existió un ayer donde, con menos chorradas y fuegos artificiales, sin Tik-tok y Youtube, soñábamos infinitamente más y, materialmente mejor.
Os leo.
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