viernes, 7 de febrero de 2025

Lo lampedusiano


Liberty nos mintió en 2017 y deberíamos llevarlo grabado en la frente como consumidores, como Joker ama a Lee Quinzel. Así, exactamente...

Las cosas se pueden hacer bien o mal, a fin y a cuentas todo es espectáculo, pero si prometes una cosa, por favor, sé consecuente y proporciónala como dispendio a la confianza depositada, no sea que toques las avellanitas del personal por faltar a tu promesa y a la verdad...

Un deporte para adultos convertido en un desfile de Princesas Disney no es precisamente lo que uno espera de un campeonato de carreras en el que, supuestamente, los mejores de la especialidad luchan por los mejores puestos, para ellos y sus escuderías, pero ja que memate un camión si la norteamericana no ha hecho otra cosa que edulcorarnos el tránsito de una mierda pinchada en un palo a una mierda que, por tolerable para la masa, sigue sin dar ni el mínimo exigible para resultar adecuada para el resto de los mortales, salvo que intermedie el artículo 33, manu militari, que dicen.

Giuseppe Tomasi di Lampedusa alumbró el bendito término que hoy se acepta como gatopardismo en alusión a la película de Luchino Visconti, la parte fácil del esquema. Don Frabizio se revolvería en su tumba, pero qué coño nos va a importar a nosotros si las raíces nos importan un pimiento y buscamos triunfar en un escenario dominado por el infantil like y el adolescente te sigo.

Cambiar todo para que nada cambie es una frase con un calado destacable, pero aquí estanos, sin valorar realmente las cosas y aceptando pulpo como animal de compañía, mientras cuatro mierdas hacen su agosto y el resto ríe la gracias de los entendidos en la materia y los elegidos, que en vez de bramar contra el sindiós, han elegido hacer de coro.

Os leo.

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