Vettel no es de mis preferidos, por decirlo en llano y se me entienda. Ha estado arriba del todo y abajo, rumiando día sí y día también, esa verdad del barquero que sentencia que los pilotos como él dependen tanto del monoplaza que conducen, que sin una buena herramienta se les hace imposible disfrutar.
La razón oficial de su salida del Circo es que tiene ahora otras prioridades, su familia la primera de todas, pero como fondo suena el ruido de un espectáculo que consume cada vez más rápido a sus hijos y, si no los despacha antes por la puerta de atrás, los convierte en juguetes rotos que tienen por obligación sobrevivirse como buenamente pueden.
Nico Rosberg también pretendía ser feliz aunque era demasiado joven para retirarse sin dar revancha a Lewis; al parecer Seb ha acertado en su decisión porque ya ha sido usado, pero, honestamente lo digo, 35 años no parece edad para jubilar a un tipo que podría seguir ofreciendo lo mejor de sí mismo a poco que se entendiera que los dominios artificiales nunca han sido el camino a seguir, ni con él ni con Hamilton.
¿Sebastian quiere ser feliz? Como argumento hasta parece bueno. Os leo.
2 comentarios:
Felicidad de Hacendado.
Yo me quedo con la última carrera de Webber en Brasil. Una despedida de campeón (si campeón, de esos que también luchan contra su propio equipo) y a tiempo.
A buenos entendedores...
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