La pole conseguida por Charles Leclerc en Paul Ricard ha supuesto ese miserable acta notarial que siguen reclamando algunos, para asimilar que Ferrari está luchando como una unidad de combate que aspira a llevarse todas las fichas que hay en juego sobre la mesa.
Huelga decir que no creo en la suprema excelencia de Milton Keynes que nos viene vendiendo la prensa anglosajona. Como mencionaba hace poco [El enemigo (Red Bull)], en la cuenta de resultados es más lo que ha regalado La Scuderia que lo que ha ganado la austriaca, de manera que se puede decir que la cosa anda en empate técnico en el apartado de monturas, aunque conviene que sigamos poniendo velas a la memoria de don Alberto Bernardoni, más que nada por ver si nos hartamos de escuchar tañir las campanas de Maranello, que ya viene siendo hora.
Os leo.
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