Nuestro deporte es demasiado rico y hermoso como para dejarlo en manos de los turistas de la historia, la FIA y su ortodoxia, o para consentir que sea engullido por las gilipolleces y homenajes promovidos por Liberty Media a cuenta de cualquier chorrada.
Si no puedes hacer sentir a una persona el profundo amor que sientes por ella con una mirada, un gesto, una inflexión de voz o la caricia aterciopelada de dos o tres líneas bien dedicadas, ahórrate escribirle treinta páginas y mucho menos advertir a su comienzo que son literatura, un relato, básicamente porque todo lo que nos rodea es composición y relato, nuestra memoria lo es, y sí, también esa Historia con mayúsculas que da tanto miedo tocar, no sea que se nos venga abajo incluso la etimología incierta atribuida por Corominas a la palabra bacalao, todavía vigente.
Nominalmente, el Lotus 38 (1965) forma parte del linaje del que bebe el 49 y nos llevará años más tarde al 72. Motor trasero en Indianápolis, la gran innovación, ya sabéis, pero había más, en realidad siempre hay más.
Chapman se enfrentaba a un mundo desconocido y apasionante que podía encarar con su genialidad y poquito más, porque el resto eran más o menos habas contadas.
Era conocido pero no temido, lo que facilitó que no intentaran arrancarle las alas como hicieron en Fórmula 1 a partir de 1980. El ámbito era favorable al milagro y el británico lo entendió antes que nadie; y triunfó, claro...
Resulta paradigmática la escasa relevancia que se da en nuestro catecismo a factores que no encajan en la lectura oficial, pero, sin embargo, tienen una influencia tremenda en la actividad, su desarrollo y sus logros técnicos y humanos, o la tenían, mejor dicho. El caso es que Jero y yo parece en el vídeo que nos vamos por los Cerros de Úbeda hablando de Resistencia y brevemente de la Indy 500 —tampoco es que hiciera falta abundar más—, pero pronunciar la palabra Indianápolis, y más la de aquella época, resulta crucial para entender el relato y cómo el Mago de Richmond encontró su magia y la hizo valer en años posteriores.
Os leo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario