viernes, 1 de julio de 2022

Auténtico «influencer»

Todo se devalúa con el paso del tiempo pero, así y todo, hay cosas que perdurarán por siempre jamás...

Sucedía en 1970. Lotus estrenaba durante la segunda prueba de la temporada, el Gran Premio de España, un precioso vehículo en forma de cuña decorado con los colores de Gold Leaf, que, en principio, estaba llamado a suceder al Lotus 49C y finalmente dio el Mundial de Marcas a la de Colin Chapman y el de Conductores a Jochen Rindt, nuestro único campeón póstumo.

Lotus 72 se denominaba el bicho, y puesto que está muy extendido que su diseño viene, precisamente, del 49, y a ninguno de los dos nos importa acabar con nuestros huesos en una hoguera, Jero y quien os escribe nos dispusimos a desfacer el tuerto tocando áreas de influencia alejadas de la Fórmula 1, que, sin ningún género de dudas, tuvieron una importante carga de culpa en el proyecto 72, al menos en lo tocante a su aerodinámica, alineación y distribución de pesos.

La imagen de entradilla corresponde al Tyrrell 006 de 1973 probando un morro Lotus que no fue utilizado en carrera. Sí incorporaba otras ideas Lotus: frenos en el interior de la carrocería, forma afilada, radiadores laterales y retrasados... El 72 permeó los conceptos que manejaban los ingenieros rivales a comienzos de los setenta del siglo pasado, y aguantó el trallazo hasta finales del 75, tras proporcionar a Colin veinte victorias, tres títulos de Constructores y dos de Pilotos (Rindt en 1970 y Fitipaldi en 1972).

Pretendíamos allanar el terreno para visitar correctamente el Lotus 78, y, honestamente lo digo, creo que lo conseguimos charlando alrededor del Lotus 72, ya que, como se demostró en 1977, construir un wing car no sólo consistía en poner alas invertidas a los costados del vehículo. 

También nos propusimos no hablar del porpoising, pero confieso que ahí pecamos.

Os leo.

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