viernes, 18 de junio de 2021

El «Blitzen»

Cuando el Nano se animó a intentar por primera vez el asalto a Daytona escribí algo sobre las playas de Florida y cómo sobre la arena había nacido todo lo que conocemos [Daytona beach]. 

Pasa el tiempo, 2018 supuso un año de la órdiga bendita en Nürbu porque alcanzamos las 1.030 publicaciones a 31 de diciembre, y como una de mis micropasiones en el ámbito de los modelos a escala son los coches de récord, a falta de que aparezcan entre las cajas que quedan por abrir los monstruos que condujo Malcolm Campbell, el Mercedes-Benz T80, el Opel RAK 2 propulsado por cohetes, el Abarth Monoposto da Record, etcétera, he tenido que conformarme con el no menos noble Blitzen Benz.

La imagen de encabezamiento es obra de Playground Anything Visual [dentro enlace], los mismos fieras que recrearon los Mercedes-Benz anteriores a la II Guerra Mundial en una iniciativa que se denominó entonces Silver Arrows Project [6 o 7 cuentos de Navidad #05], que, en este caso, tomaron como motivo a Bob Burman corriendo sobre las arenas de Daytona beach, precisamente, sobre el autito que comparto hoy con vosotros, y que más tarde lo intentaría en el recién estrenado Indianapolis Motor Speedway (1909) cuando su suelo era de adoquines y cobraba su más amplio sentido el término Brickyard.

Sorprende, pero en aquella época había bestezuleas de este tipo que se ponían a la venta. Barny Oldfield y Robert Burman fueron de los pocos agraciados que adquirieron el Blitzen Benz para medirse con el cronómetro sobre un vehículo fabricado en Mannheim, años antes de que Benz & Cie. se asociara con Daimler Motorengesellschaft, dando lugar a la marca Mercedes-Benz.

El Blitzen (destello o relámpago en alemán) era un coche de perfiles muy cuidados, que ocultaba bajo su capot un motor de cuatro cilindros en dos bloques alineados, con 21.504 centímetros cúbicos de volumen total, que entregaba algo más de 200 caballos de potencia y del que únicamente se produjeron seis unidades entre 1909 y 1910, una de ellas la protagonista de esta entrada, que todavía podemos disfrutar en algunos certámenes (Goodwood, 2015), con la decoración que usó Burman en su cita con el Indianapolis Motor Speedway, más florida que la de esta maqueta a escala 1/43, lo que me lleva a pensar que en realidad se corresponde con el Lightning Benz de Oldfield usado el año anterior, 1910.

En fin, el cacharrillo de hoy pertenece al catálogo Brumm y, aunque resulta un poco espartano en detalles —algo habitual en la casa italiana— y la denominación Indianapolis 1911 no es exacta, refleja fielmente el concepto aerodinámico predominante entonces para este tipo de menesteres: esbelto y ahusado. En definitiva, Benz diseñó una proeza técnica que dependía casi exclusivamente de la capacidad del motor para arrastrar su tonelada y media de peso y ponerla en velocidades punta que rondaban los 230 kilómetros por hora...

Obviamente había que subirse a él para circular como alma que lleva el diablo, buscando batir una cifra, un hecho simplemente numérico que, sin embargo, podía terminar con tu vida. ¡Ahí es nada!

Os leo.

1 comentario:

pocascanas dijo...

Sólo pensar en el centro de masas del bólido, bastante más arriba de los ejes, para imaginar cómo cabecearía a 230 Km/h...
¡Había que tenerlas grandes como Júpiter para conducir en esas épocas!

Un saludo desde el Coño Sur