Habida cuenta de que Red Bull ya consiguió realizar en condiciones de gravedad cero un cambio completo de ruedas en menos de 20 segundos, la FIA disponía de poco margen para intentar pararla los pies y ha vuelto a tirar del conejo más gordo de su chistera, la seguridad, de manera que a partir del Gran Premio de Hungría, por seguridad se chequearán dos veces los procedimientos de pit stop antes de dar luz verde al piloto para que arranque...
La mayor carga de gracia reside en cómo se lo está tomando la chavalería. Creyente ella en que la FIA no hacía estas cosas, empieza a percibir cierto tufillo a hostilidad abierta contra la única alternativa que existe al dominio de Mercedes AMG.
Las formas, la Federación siempre cuida las formas y a sus elegidos para la gloria, y es una pena que la víctima de hoy fuese la bendecida entre 2009 y 2013, porque, de no ser así, los expertos estarían hablando de italianización de Milton Keynes, de trampas, de tradicional drama redbulliano, de que no se puede vivir toda la vida de éxitos pasados, en fin, de esa sustancia complicada de definir que suele rodear a Ferrari cuando la FIA entra en acción.
Me he aprovisionado de palomitas porque, al paso que vamos, tenemos remake del bandezaro en Interlagos y a los chiquillos se les caerán los pantalones porque Max no se merece eso. Y bueno, mientras esperamos acontecimientos, os dejo con los chicos de la austriaca rozando la inmortalidad en el interior de un Ilyushin Il-76 MDK, y es que, a diferencia de los de Maranello, que se ponían a hacer gimnasia con Arrivabene como maestro de ceremonias para conjurar a los de Brackley, ellos se meten en la caldera de un volcán con tal de estar preparados y cascarse paradas de menos de 2 segundos.
Os leo.
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