miércoles, 2 de junio de 2021

Un Bugatti dorado [Francis Fytton]

El Bugatti de encabezamiento no es el protagonista de The Golden Bug, obra de Francis Fytton que fue publicada en España por Editorial Mensajero allá como en 1975, traducido por José Luis Arriaga y titulado aquí Un Bugatti dorado. Todavía se puede adquirir, y a muy buen precio, por lo que veo, pero el que traigo hoy a Nürbu fue un obsequio de la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao, como consta en el sello dorado sobrepuesto a la imagen de portada.

La Municipal (así la llamábamos entonces) se fusionó en 1990 con la Caja de Ahorros Vizcaína dando lugar a la BBK (Bilbao Bizkaia Kutxa), así que haceros cuenta de los años que acumula el bendito volúmen que tengo delante. En todo caso, nada de lo que estoy contando es relevante porque, en realidad, tomarlo en las manos me ha ayudado a recordar cómo de sencillo se construía el mundo cuando yo era crío o adolescente, y la mucha ventaja que nos sacaban en Francia o Gran Bretaña en eso de crear aficionados a los coches y su manifestación más épica: las carreras.

Un Bugatti dorado no trata especialmente de automovilismo, la única prueba que aparece en el texto es una de coches históricos que discurre por nuestra tierra, promovida por el Real Automóvil Club de España, pero sus referencias a Silverstone, Le Mans, Monza, Nürburgring, Montecarlo, etcétera, y a vehículos de época con sabrosos detalles técnicos, hacen que casi podríamos decir que es una novela juvenil de aventuras muy bien documentada en el ámbito del motor.

Como acostumbro, no voy a destripar la trama por si tenéis la saludable ocurrencia de adquirirlo para echar el rato o una tarde. Decía al comienzo que el protagonista no es el Baby II de la foto de entradilla —remedo eléctrico del mítico Type 35—, sino un soberbio Royale Elephant de 1932 que medía 6 metros de largo, que después de ser adquirido por Mr. Arlington, es robado y desaparece para que la historia comience cuando los dos hijos de éste y su amiga Nicci se juramentan a encontrarlo...

No me enrollo. Un Bugatti dorado es literatura chavalera que sabe Dios cuándo me metí entre pecho y espalda —imagino que con Los cinco de Enid Blyton o Los tres investigadores de Alfred Hitchcock—, que me ha hecho recordar a Michel Vaillant o el Amilcar CGSS rojo que conducía Tintín en Los cigarros del Faraón, con Milú de copiloto, o a Cuto huyendo de los indios en Cuto en los dominios de los sioux, y tantas y tantas cosas buenas que, a través de los tebeos y los libros [Victoria en Le Mans (Bernard Clavel)], nos acercaban al maravilloso universo del automóvil y la competición sin necesidad de pasar por caja mensualmente ni mucho menos suscribirse a Youtube.

Os leo.

No hay comentarios: