Os cuento. Ross Brawn es el Motor Sports and Technical Director de nuestra Fórmula 1, una de las tres máximas autoridades de Formula One Group. En el organigrama está debajo de Stefano Domenicali (CEO) pero en posición paritaria con Ben Pincus (Director of Commercial Partnerships).
Pincus ocupaba similar cargo en Heineken hasta que sustituyó a Sean Bratches. Domenicali dejó Maranello a comienzos de 2014 y a finales entró en Audi, consagrándose como CEO de Lamborghini a partir de 2016. Desde este 1 de enero pasado es el Presidente de Formula One Group el 1 en sustitución de Chase Carey... Brawn, bueno, el británico se marchó de la F1 en cuanto llegaron Toto y Niki a Brackley, y volvió a inicios de 2017, cuando se hizo efectivo que Liberty Media era la nueva propietaria.
Quiero decir con todo esto que Ross no es un don nadie ni puede permitirse el lujo de olvidar el año que firmó Ferrari en 2017, a la hora de sustantivar el carrerón que disfrutamos en el Paul Ricard y sacar consecuencias.
No es exigible el nivel de corrección política que gasta don Stefano, ni, creo, el perfil bajo del bueno de Ben, pero entiendo que Ross debería meterse mejor en su papel de autoridad competente que aceptar el juego de la prensa y sentirse todavía Mercedes AMG como si estuviera (sólo) entre amigos. Gracias a Dios, a Bernie, a Sergio Marchionne, Maurizio Arrivabene, Vettel y Raikkonen, no nos abrimos las venas antes de 2019 por Nico y porque existieron 2017 y 2018.
Y sí, 2017 fue una gran temporada de Fórmula 1 a pesar de los resultados que obtuvo Maranello.
Olvidarlo está feo [Estas batallas en F1 nos hacen darnos cuenta de lo que nos perdimos], más cuando el que olvida cobra por recordar y está ahí arriba para servir a todos y mostrar cierta equidistancia. Imaginemos por un momento qué sucedería si el ex de Ferrari, desde su puesto actual, alabase el esfuerzo de Honda en Francia recordando cómo Mercedes-Benz se la metió doblada al negocio imponiendo un propulsor creado siete años antes de su estreno, y que cuando llegó la japonesa en 2015 la infló a hostias y a tokens con ayuda del 7º de Caballería, Custer, el Grupo de Estrategia y esa misma prensa que ríe las gracias a Ross pero arruga el morro en cuanto alguien la señala como cómplice necesaria.
Buenas noches, y buena suerte. Os leo.
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