domingo, 19 de julio de 2020

¡Creed, chatines, creed...!


No quiero dejar pasar la oportunidad de dedicar unas palabras a toda esa gente que trata de vivir de la Fórmula 1 y se empeña en que compremos blanco lo que en la estantería es negro. Se hacen un flaco favor intentándolo pero es loable su tesón, a fin y a cuentas, hay que llegar a fin de mes y un pase de paddock puede incluso abrir las puertas del Edén en una noche que se prevé solitaria...

Gracias a Dios disponemos de muy buenos periodistas que tienen grabado en la frente que la verdad pertenece al lector, pero son escasos en comparación a toda esa turba que cree que es exclusivamente suya y la venden bien en formato «información exclusiva», «contenidos prime», o cualquier otra gaita que fidelice la VISA del crédulo. Os diría que huyérais de toda esta gente como de la peste, pero soy consciente de que llego tarde para que mi aviso sirva de algo.

En nada este blog cumple 13 años, que se dice pronto. Sí, el próximo 3 de agosto celebramos nuevo cumpleaños, que a la postre no significa nada porque lo importante aquí es la última entrada, como la última carrera a la que se refería Ayrton. Eso sí, todo este tiempo me ha servido para conocer mejor este deporte y lo que le rodea, lo sucias que están las enaguas del postureo y cómo hay quien sigue viviendo del cuento, incluso no dando un puto palo al agua, mientras alaba en público una Fórmula 1 a la que no hay por dónde meter mano. Les va lo suyo en ello, y es legítimo, pero no os engañéis: la realidad no tiene por qué coincidir con sus afanes y necesidades personales, profesionales o pseudoprofesionales; mucho menos con lo que aflora en los respectivos medios donde curran o colaboran.

A lo que vamos. No abundo en la fe de Antonio Lobato desde hace la intemerata. Disfruto de las carreras a través de Sky Sports, y aunque varían los gritos según sean los protagonistas, puedo certificar que, en Gran Bretaña, pierden el culo por sus héroes igualito que aquí. Hoy, sin ir más lejos, parecía que Hamilton había ganado las 500 Millas de Indianápolis a pesar de que el británico lo ha tenido sencillito y siempre a mano en Hungaroring, como decimos por Gorliz.

No seré yo quien os saque de vuestro error o se apiade de vuestras almas si las perdéis definitivamente, pero cuidadín con quien defiende toda esta mierda porque necesita que vosotros sigáis creyendo y pasando por caja. ¡Creed, chatines, creed...!, lo dice el gran Arturo Fernández.

Os leo.

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