miércoles, 8 de julio de 2020

Tirar del equipo


La magia en Fórmula 1 se obtiene currando duro, y la muestra la tuvimos el domingo pasado en el circuito Red Bull Ring, cuando Charles Leclerc, con un monoplaza que no estaba para demasiadas fiestas, supo auparse hasta la segunda posición al término de la prueba...

Este sencillo acto de fe que ejecutó el monegasco, en sus propias posibilidades y también las del equipo, parece que ha ayudado a canalizar las energías en La Scuderia, de forma que las evoluciones previstas para Hungría o la primera en Silverstone podrían estar listas este próximo fin de semana. ¿Una cosa es consecuencia de la otra? Bueno, llevo suficiente por aquí como para pensar que es así. 

Hace años, 2018, creo, cuando McLaren se mostraba inane incluso en pretemporada, el siempre grande Joan Villadelprat advirtió de lo peligroso que resultaba para la británica aceptar la cruda realidad con los brazos caídos. Si mal no recuerdo, vino a decir que perder las ganas de pelear, el hambre de victoria, podía pasarle factura algunos años porque es una actitud definitoria que no se recupera de la noche a la mañana.

Hablo de memoria, claro, pero este pasado fin de semana pensé una y otra vez en la reflexión de nuestro bigotón más carismático palpando una Ferrari descabezada, sin norte, en cierto modo indolente y dócil ante los acontecimientos.

No ayudaban nada ni el ruido de fondo a cuenta del pacto secreto entre la italiana y la FIA, ni los resultados de 2019, ni los obtenidos en entrenamientos, ni el desfallecimiento de los Alfa Romeo y los Haas, ni el anuncio hecho días antes al respecto de que las evoluciones llevaban retraso y no estarían listas para Spielberg, ni mucho menos las dudas sobre el comportamiento del vehículo que planteaba Sebastian Vettel en la mañana del sábado. En clasificación pudimos constatar que Ferrari iba a necesitar un milagro para salir indemne del Gran Premio de Austria. Tres coches con unidades de potencia de Maranello no superaban la Q1 y en Q2 caían dos de los tres restantes —Grosjean (Haas) y el líder de la escuadra rossa, el tetracampeón del Mundo 2010-2013—. Sólo Leclerc conseguía entrar en Q3, logrando finalmente un séptimo puesto en parrilla que casi sabía a nada porque la distancia con Valtteri Bottas, el poleman, era de prácticamente un segundo...

Imagino que el viejo dicho «la procesión va por dentro» traspasó sus límites naturales y acabó aflorando entre mecánicos y staff porque, en un circuito de potencia, adolecer de prestaciones mecánicas supone quedar clavado en el corcho de las mariposas. Pero sin saberlo nos quedaba Charles.

Y sí, bastó su trabajo en pista el domingo, su defensa como gato panza arriba conteniendo a vehículos más rápidos y su segunda plaza final, para que, en definitiva, la de Il Cavallino Rampante haya decidido ponerse las pilas antes de lo inicialmente previsto.

Resulta sencillo hablar de magia cuando hay tesón y ganas, cuando todo consiste en que un piloto reniega de cruzarse de brazos y cree ser capaz de llevar su monoplaza donde nadie había previsto. El resultado a la postre es el mismo: una mariposa aletea en Pekín y se acaba desencadenando un huracán en Los Ángeles.

Os leo.

1 comentario:

Lastra dijo...

A Ferrari le han cortado la melena, como a Sansón, y de repente se ha visto en el pelotón intermedio. Pero hete aquí que su nuevo chico de oro se ha comportado como se esperaba de él y se ha echado el equipo al hombro, obligándole con su ambición a sacudirse la galbana y afilar el gesto conformista; cuando menos es de agradecer por parte de quienes amamos el rosso corsa.

Forza Charles!!