Otra vuelta de tuerca

Cuando la silly season toca a la puerta la recibo como Clint Eastwood en Gran Torino, con el M1 Garand echado a la cara. Son años de convivencia y cada año llega más pronto, tanto es así que parece cualquiera de mis cuñadas, muy capaces de haber protagonizado eventos y hazañas que hasta hace nada consideraba de mi exclusividad porque pertenecían a mi infancia y juventud.

No me digáis que no es pesado esto de vivir en un bulo constante que carece de fecha de caducidad.

Antes incluso resultaba reconfortable. Aparecía para alegrarnos la vida con sus tonterías y luego se disipaba como las nubes de verano, sin dejar rastro. Pero de un tiempo a esta parte forma parte de nuestra realidad cotidiana desde enero a diciembre y vuelta a empezar, y no te la quitas de encima ni con agua caliente y vinagre, que de puro pegajosa que se ha vuelto se asemeja a eso que reside en los filtros de la campana estractora, o a mis cuñadas, ya que estamos...

Agosto tira p'alante y en nada nos ponemos en Spa-Francorchamps, y entretanto mira que no hay cosas que hacer o de las que hablar, que todo el mundo se ha puesto el capirote de adivino y lee las cartas del Tarot o la bola de cristal de la Bruja Avería con tal de poder decir en septiembre ¡ya lo dijimos!, ¡como dimos en exclusiva!, ¡como apuntábamos...!

No sé si dan premio por eso, pero cansino está siendo un rato largo...

Os leo.