domingo, 18 de agosto de 2019

La jeta de Marko


Red Bull ha metido la directa para pillar a Ferrari. Desde mi humilde punto de vista la sustitución de Gasly por Albon sólo tiene una lectura: ha llegado Honda antes de lo previsto, la italiana se ha mostrado más débil de lo estimado en pretemporada y, lógicamente, en Milton Keynes han desempolvado los timbales de guerra y se han puesto a aporrearlos...

A ver, que hay que explicarlo todo. Una cosa es que no me guste un pelo Helmut Marko salvo como sargento chusquero que podría meter cuatro gritos y poner algo de orden en Maranello, o que me parezca insoportable su manera de tratar a los pilotos como si fuesen kleenex, y otra muy diferente, que no sepa meterme en el interior de la cabeza de este jeta descomunal y entrever que su movimiento de fichas forma parte de un juego bastante ruin y ventajista enfocado a joder a la rossa donde más duele.

Digo ruin y ventajista porque está visto que el austriaco no sabe hacer alineaciones como es debido y resuelve sus errores aprovechando que nadie pone coto a sus ocurrensias. Como decíamos ayer [Los calentones de Marko], si la cosa tocara el bolsillo de Milton Keynes o el entramado Red Bull otro gallo nos cantaría a todos. Ahora mismo, por ejemplo, la austriaca tendría que tirar adelante con Gasly o con el piloto reserva, Sébastien Buemi, por mucho que pesase y, obviamente, se expondría a perder un montón de millones por haber errado en los cálculos en enero pasado.

Pierre Gasly estaba bien para un RB15 con pocas posibilidades, pero tal y como están las cosas no es el tipo adecuado, y de las dos opciones que quedan después del tercer piloto (oficial), Alexander es una apuesta menos arriesgada que Daniil porque el ruso, con una buena máquina, podría dar un susto como en China 2016 y desequilibrar el delicado territorio intramuros que reina en la base de Red Bull en Inglaterra. Albon todavía no está hecho y se intuye que responderá más dócil a los dictados de herr kommandant. El británico-tailandés hará de segundo a las mil maravillas y a cambio de cuatro o cinco promesas, y todo quedará lindo y Dios podrá decidarse a descansar...
Sí, sé de sobra que el patronsito capitalistic que anida en buena parte de las cabezas de los apasionados de bien, entiende que el negocio es el negocio aunque luego pierde el culo porque respetemos a los deportistas que se juegan la vida y tal. Soy más de proletariado y de juego limpio, me gustan los pilotos y que no jueguen con ellos, qué le vamos a hacer, así que estas cosas me parecen marranadas y que de deportivas tienen bastante poco, pero bueno, acepto que me gusta un deporte profesional que se lee mejor en clave mafiosa que deportiva. En este sentido, Marko es un jeta descomunal y hay quien le ríe las gracias y hasta aquí puedo llegar, que no vine al mundo para cambiarlo tanto.

En todo caso, que es a lo que vamos, el susodicho Marko no tiene ojo de águila —entendedlo como os apetezca—. Define alinaciones provisionales consciente de que puede cambiarlas cuando le apetezca, y de deportista tiene lo que mi difunto abuelo, es un arribista al que le importa un bledo falsear una competición con tal de salirse con la suya, y al que le importa menos la gente que deja en el camino con tal de sacar adelante una o dos estrellas... Y luego sí, hablemos bien alto de que esto es un deporte de equipo en el que triunfan los mejores, aunque pasemos previamente por este impagable vídeo en el que Antonio García dedica unas bonitas palabras al protagonista de esta entrada: «... tampoco le echo de menos» [Antonio García y su relación con Helmut Marko].

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Será un gran hijoputa, pero ya nos lo advirtió Charles Darwin, la naturaleza es inmoral. El guepardo no solicita permiso a la gacela para degustarle las carnes.