No suele fallar, los que más fruncen el ceño y agravan la voz cuando amenazan con las penas del infierno, son los mismos que se han mostrado laxos en sus funciones de atar cabos y flecos para que lo impensable no termine sucediendo.
Le ocurrió a nuestro Luis de Guindos y, en realidad, a todos los titulares del Ministerio de Economía español desde que pusimos proa a Europa. Su meta está en encontrar sillón en Bruselas y aquí les valen los códigos de buenas costumbres y allí ponerse serios para que Giuseppe Tomasi di Lampedusa continúe teniendo razón en aquello de cambiarlo todo para que no cambie nada.
Ross Brawn tenía obligación de transformar el statu quo toda vez que los aficionados íbamos a notar los nuevos aires que traía Liberty Media cuando se quitó de encima a Bernie Ecclestone, al menos así se prometió, pero cinco años después todo sigue igual de contaminado, igual de nocivo, igual de desequilibrado, porque la endogamia tiene sus gabelas y uno de los suyos no ha sido capaz de imaginar otro tipo de escenario.
Creí en el británico, al principio, desde luego, no voy a ocultarlo, pero su crédito se agotó pronto, de forma que no me sorprendió que la aplicación del límite presupuestario no contara con mecanismos de control ni un sistema claro de sanciones. Estuvo bien advertir públicamente que «en caso de incumplir el reglamento financiero de manera fraudulenta se perderá el campeonato», pero el momento ha llegado y el aire huele a que Red Bull y Aston Martin esquivarán la investigación con el consabido que no se vuelva a repetir, y a que Mercedes AMG, Ferrari y los otros dolidos, sacarán sus ventajitas correspondientes y aquí no habrá pasado nada.
Ross sueña con sus truchas y su bien merecida jubilación —creo que va por la tercera, si mal no recuerdo—, y a pesar de que ha tenido en sus manos la posibilidad de dejarnos una Fórmula 1 mejor y no lo ha hecho, no faltará quien lo encumbre y glorifique por su grandioso trabajo. Podíamos habernos matao, ¿no?, pues tan contentos de haber perdido sólo los dientes...
Os leo.
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