lunes, 10 de octubre de 2022

A mi amigo Mattia

Hemos hecho lo más complicado: volver. Ha fructificado todo el trabajo de la temporada pasada y el silencio y el apretar los dientes y las amarguras de la anterior. Reconocemos de nuevo el sabor dulce de la victoria y el acre que anega la boca después de caer derrotado cuando luchas y la diosa Fortuna te mira torcido; sabemos cómo hacer de un hombre un Campeón del Mundo, pero para el año que viene te pido, Mattia, que afinemos el tiro y ese piloto sea de casa...

Ya no quedan deudas que saldar, restan cuatro miserables carreras y pretendo tomar las uvas calzando mis zapatillas rojas y vistiendo camiseta del mismo color con el escudo de Baracca en el lado izquierdo. Quiero sentirme orgulloso aunque quedemos segundos en la de Constructores y sólo consigamos para Leclerc su primer subcampeonato. 

Estoy acostumbrado a librar guerras perdidas de antemano como si fuese posible ganarlas, por eso mismo voy a seguir empujando, porque comprendo y Ferrari es lo único que nos separa del total cachondeo anglosajón.

Max es el champion 2022 y de Austin a Yas Marina deberíamos ser capaces de demostrar que libres de gabelas Iñaki sabe elaborar buenas estrategias y Charles y Carlos pueden ejecutarlas como cronómetros suizos en pista. 

No está fácil tal y como va la película, pero el Ducado de Gorliz ha mandado sus naves a cubrir vuestros flancos desde la costa. Llegarán el jueves de la semana que viene con don José Antonio de Aurrekoetxeagomezbeitia y Anasagasti como almirante en la capitana. Es un hombre leal a la rossa, tifoso de raíz como todas las tripulaciones, fervoroso amante del canadiense Gilles Villeneuve, deudor de Michele Alboreto y fan de los Tambay y Arnoux de 1983...

Yo llego por tierra al frente de los hombres que harían palidecer, por número y arrojo, a los que comandaba Théoden en los campos de Pelennor...

No estás solo, Mattia, los que creemos en el essere estamos contigo. Cuatro citas, cuatro entrevistas vis a vis con el destino, cuatro oportunidades de reventar la banca ahora que nada está en juego. Hacedlo, demonios, no es sencillo pero nadie dijo que la vida fuese fácil.

Os leo.

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