Aparte de la pole conseguida por Charles Leclerc y el tercer puesto de Carlos Sáinz, con Max como invitado en el segundo cajón gracias a una miaja de milésimas, la primera clasificación de esta temporada me merece algunas consideraciones, como, por ejemplo: el alarmante sobrepeso de los coches.
Estamos rondando los 800 kg. en vacío (798, para ser exactos), 36 más que la pasada sesión. Con el combustible a cuestas nos acercamos a la tonelada, que se dice pronto...
Hemos hablado en otras ocasiones de este factor porque esta pérdida irreparable lleva años sangrando nuestro deporte (bajo mi humilde punto de vista). Los monoplazas aumentaban de tamaño y peso y los pilotos iba perdiendo opciones en cuanto a creatividad al volante, y, bien, la normativa 2022 pretendía que la participación del conductor ganase enteros pero los ingenieros siguen erre que erre engordando sus cacharros y, bueno, ésta es una ecuación que tiene difícil solución.
Desde las onboard se ha podido apreciar (a una vuelta) cómo las trayectorias son tremendamente similares para todos los integrantes de la parrilla. Imagino que habrá quien diga que toca adaptarse, pero la competición F1 no debería fomentar adaptarse porque no quedan más bemoles, debería ofrecer un amplio margen para que cada piloto adapte su forma y estilo de conducir a un mismo escenario con tal de obtener ventaja en cada giro. Ganaríamos todos, el espectáculo también, pero con este peso resulta imposible.
Os leo.
1 comentario:
Al menos tuvimos 3 paradas.
Ya está Pirelli de los nervios con tanto gasto. Preparando festival de reventones en Bakú para endurecer compuestos. ;b
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