lunes, 14 de marzo de 2022

De guapos y feos

Si tuviera que describir el físico de James Hunt en una línea jamás diría de él que fue guapo, escribiría que tenía una belleza animal, que destilaba virilidad por cada poro de su piel y que ahí residía su incontestable atractivo.

Cuento esto porque la cultura de aludiditos (as) y ofendiditos (as), sigue siendo uno de los fenómenos que más me chocan en redes sociales. Escribí el otro día sobre Mark Webber, sí, lo hice [Matar un ruiseñor], y una miaja de palabras de aquel texto han molestado flanderianamente a gente que ni me lee ni lo hará, para que nos entendamos. 

No mentía, antes de que nacieran los integrantes de la Chavalería Montada del Canadá, las parrillas se componían por tipos feos que conducían de gloria, entre los que destacaban unos pocos guapos de libro, y hoy, nuestra realidad ha dado la vuelta a esta máxima como hacemos con un calcetín que vamos a introducir en la lavadora.

Tampoco pretendo ofender a nadie, pero Denny Hulme no era guapo, por ejemplo, como tampoco lo eran Graham Hill o Emerson Fitipaldi, ni Jackie Stewart o Niki Lauda, por no mencionar a Alain Prost. Jean Pierre Beltoise tenía poca mandíbula, Jochen Rindt no había sido bendecido por la diosa fortuna en cuanto a hermosura, a Nigel Mansell lo salvaba su bigotón ligasórdidiano, a Michael Schumacher, su escultural cara cincelada a golpes de mazo, alguno estrabiado de trayectoria, etcétera, etcétera, etcétera.

No me lío. Proporcionalmente hablando, la Fórmula 1 era territorio de feos más que de guapos hasta que llegaron las aficionadas más jóvenes —lo habéis leído bien, no me escondo—, y como público objetivo, promocionaron el ambientillo uniformemente bello que reina ahora, en el que destacaron por méritos propios, y no hace mucho, feos como Pastor Maldonado o Karun Chandhok, o lo hace ahora el propio Fernando, que está instalado en esa franja del sí es no es en cuanto a belleza parrillera —atractivo sí, guapo no.

Que Hamilton o Vettel hayan recurrido a la reforestación capilar supone un síntoma más del actual estado de cosas, en el que resultar hermoso cuenta casi tanto como saber llevar bien un volante.

Escribí «se abría paso la corriente femenina que no entendía qué tenían de especiales Jenson Button o él [Mark Webber]...», y no me arrepiento de haberlo hecho. La tendencia está ahí, sus resultados también, y aunque no me ha sido dado el don de hacer sociología estadística, entiendo que Liberty Media y los equipos, prefieren a los guapos o pasables antes que a los feos en sus coches, quizás porque los patrocinadores se mojan mejor con bellos efebos que con pilotos con los que no querrías cruzarte en un callejón oscuro a media noche.

No lo sé ni me interesa, la verdad, pero el actual reino de los yogurines es un hecho casi científico...

Os leo.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Iria hasta un poco mas lejos. Norris o Russell tienen un punto casi androgino, de indefinicion de sexo, casi homosexual, sin intentar hacer juicios al repecto. Muy a tono con el panorama actual de fluidez sexual que la juventud tanto ha tomado como bandera propia. Tipos de pelo en pecho como los que describes, quedaron desfasados.

pocascanas dijo...

"...mientras miro las nuevas olas, yo ya soy parte del mar."

Charly García

Saludos desde el Coño Sur