Mi manager Cifu me ha programado un combate para el 7 de diciembre, que no sé si llegaré entero a la fecha señalada porque tal y como tengo la existencia ahora mismo, las programaciones me pillan todas al bies, incluso la del horario de ir a la compra...
Esto de que la vida no te pertenezca tiene su aquél. El hombre propone, Dios dispone, y doña Matilde afina el timming en el último momento, que para eso acumula 92 años y ¡qué coño!, se lo ha ganado con creces.
En fin, esta noche tampoco quería hablar de cosas tan prosaicas pero por algún sitio había que empezar, y es que nos ha dado por buscar culpables de que la Fórmula 1 no pite como antes y, lógicamente, los hemos encontrado todos fuera, lo que tradicionalmente suele ser síntoma de que andamos escasitos de autocrítica o tenemos miedo a mirar nuestros fantasmas domésticos a la cara.
No hace falta poner momias a la entrada de casa, basta mirar cómo hace años la gente se volvía loca intentando emular a su héroes y reconocer que los actuales, por muchos récords y títulos que acumulen, tienen menos tirón que Terele Campos compitiendo en la Ironman. No es por joderos la velada, que seguramente también, pero cuando crecía y era mozo me miraba en gente como Jackie Stewart y quería ser como él, como quise ser astronauta y luego ingeniero aeronáutico después de ver a Neil Armstrong hollar con sus pies el suelo de nuestro satélite.
Dadme alguien que ahora mismo quiera ser como Lewis Hamilton o Sebastian Vettel, y compro inmediatamente que la culpa del declive de nuestro deporte se deba a razones ajenas a la actividad, pero como sé que salvo cuatro zumbados que no saben discriminar lo que supone envidiar la riqueza o el nivel de vida de un astro moderno de lo que supuso para varias generaciones idolatrar auténticas personalidades del deporte, casi mejor lo dejamos.
Existía un vínculo antes que se ha roto verbigracia de las necesidades del negocio. A los anunciantes modernos les van cosas diferentes a cuando Marlboro patrocinaba la McLaren de Teddy Mayer que dio cobijo a tipos como James Hunt. Hoy la herocidad está en encender primero las luces del garaje y apagarlas el último, pero lo que sigue siendo persuasión en estado puro es poder interpretar a Tychus Findlay, el marine cabrón que fuma puros incluso cuando la visera de su armadura se ha cerrado. Desgraciadamente, la Fórmula 1 hace décadas que ha dado la espalda a eso que antiguamente se llamaba ilusión.
¿Quién cojones quiere parecerse a un vendedor de seguros o al modelo de una casa de apuestas, a un tipo místico y políticamente correcto que anuncia Petronas? ¡Ayrton murió patrocinado por la cigarrera Rothmans, Jules Bianchi empezó a perder su vida esponsorizado por la nada! Ahí mismo está la distancia que nos separa en la actualidad del cielo...
El negocio ha cambiado y seguramente en el cambio de patrocinadores encontraremos mejores respuestas al declive que echándole la culpa al maestro armero.
Os leo.
El negocio ha cambiado y seguramente en el cambio de patrocinadores encontraremos mejores respuestas al declive que echándole la culpa al maestro armero.
Os leo.
4 comentarios:
Hombre yo sí conozco uno que daría todo lo que tiene por ser como Lewis Hamilton.Se llama Fernando Alonso.
Por eso Ham se niega a aparecer en los videos de homenaje que se le hicieron a Alo.
En cambio, Alo perdonó a Ham y siempre habla bien de Ham como piloto.
Me temo que no eres gilipollas
Saludos
Pero hombre no te subestimes. Puede que seas un pobre infeliz que paga sus inseguridades mediante el desprecio y la provocación (en internet, claro), pero gilipollas no eres. En inglés existe una expresión que te viene como anillo al dedo. Podrías empezar a firmar como attention whore.
Un saludo
Si en lugar de ser Gilipollas fueses un Ridley Scott del futuro, a digamos veinte o treinta años del hoy.
Buscando protagonista para una movie en 5D, que capture la belleza de aquellos tiempos bárbaros en donde los coches aún quemaban gasolina y eran conducidos por humanos.
Elige un protagonista que no nos duerma, una historia que valga la pena ser contada. Y recuerda que la mentira tiene las patas cortas, al final todo se conoce.
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