Creo que todavía estaría durmiendo si no me llega a despertar Cata esta mañana. Ella hacía noche con mi suegra y me quedé leyendo el libro de Newey en la sala mientras en la tele Cenicienta perdía su zapato de cristal. Y bueno, el calorcillo, los gatos, la perrilla y el esfuerzo de desentrañar el idioma de Shakespeare a esas horas, me tumbaron poco después, más o menos cuando a la madrastra la iban a hacer condesa o no sé qué...
A la cama de madrugada después de realizar el recuento y comprobar que no había novedades reseñables en el centro neurálgico de nuestro domicilio en Gorliz: primero Amama, luego Pompón, Luisita, Minourtxu, Guillermo, Bagheera, Lisa e Hilargi, y con Eileentxu amodorrada siguiéndome los pasos por el pasillo, hacia el dormitorio con el sentimiento del deber cumplido y la constancia de que la tribu permanecía intacta una jornada más. Y de ahí a la cama y como los buzos cuando se sumergen en las dársenas de los puertos: hasta tocar el fondo que tiene habilitado Morpheo para los cansados...
He dormido como un saco de patatas en un almacén.
—¿No habías quedado con alguien hoy...?
—¿No habías quedado con alguien hoy...?
—Sí, ¡merde...!
Antes lo llevaba bien pero cada vez me cuesta más fingir que mis espaldas no acumulan tantos años. La rutina y sus servidumbres, supongo que también el esto es normal a partir de los 55 que te dicen los médicos cuando te diagnostican un pequeño desprendimiento de retina, o la blefaritis, o las tendinitis en la rodilla, soleo y doble gemelo de la pierna izquierda, se prolongan más de lo que habías imaginado. La vida, que nos pasa factura a todos.
—¿Quién te ha visto y quién te ve...?
—¿Quién te ha visto y quién te ve...?
—¡No seas cabronazo, no me lo recuerdes...!
Ahora en serio. Me he levantado como un puñetero resorte. Normalmente me ducho y me lavo los dientes después, pero hoy ha ido todo junto, que hasta penita me he dado. Como un clavel puntual a las 08:30 en el Ligth House. Pole y vuelta rápida antes de recoger los encargos de Íñigo, aquel del que hace mucho os decía que vivía la Fórmula 1 las veinticuatro horas del día y hoy es una sombra de sí mismo en esto del automovilismo deportivo. ¿Crees que Carlos va a hacer algo este año? Le he mirado por encima de la taza de café: Sí, claro...
—¿Pero en qué coño te basas? —me dice.
—Pues en lo mismo que con el Athletic —le contesto—, porque si no sales a ganar, mejor te quedas en el vestuario...
Creo que le he convencido. Os leo.
—Pues en lo mismo que con el Athletic —le contesto—, porque si no sales a ganar, mejor te quedas en el vestuario...
Creo que le he convencido. Os leo.
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