jueves, 29 de noviembre de 2018

Los blanditos y amén


No suelo hablar de comparativas entre pilotos de un mismo equipo porque tal y como está nuestra Fórmula 1 me parece un desperdicio de energía. 

No hace mucho se insistía una y otra vez en que el piloto sólo aporta un 1% y qué quieren que les diga, manejando tan minúsculo porcentaje me siento incapaz de sacar conclusiones de calado. También es verdad que esto del 1% es como el chasis de McLaren que tapaba las vergüenzas de la unidad de potencia Honda en 2017, o el mantra de a igual coche, o el turre del Efecto Coanda, que aunque parezca increíble leerlo ahora: todo era Efecto Coanda hace tan solo unos años...

En realidad, todas estas muletillas barnizadas más o menos de evidencia científica, suponen el rosario de clavos ardiendo al que se agarran los aficionados que siempre pretenden tener razón, en cualquier conversación, en cualquier lugar sobre la Tierra, porque luego, un tío como Checo Pérez, que estaba sobrevaloradísimo cuando aterrizó en Force India a decir de los expertos, nos ha demostrado posteriormente que es uno de los individuos más sólidos de la parrilla.

Quien habla del de Guadalajara puede hacerlo perfectamente sobre Esteban Ocon por aquello de estabilizar la balanza. El francés venía fortísimo y se ha quedado donde se ha quedado. Y lo mismo pasó con Pascal Wehrlein, o en sentido contrario, con otro sobrevalorado de libro, Kimi, quien no ha podido firmar una excelente temporada porque su equipo lo ha usado para otros menesteres...

Lo cierto es que podríamos aburrirnos relatando los abundantísimos hechos y acaecidos que definen la Fórmula 1 como un escenario donde no conviene hacer quinielas. Primero de todo porque no es como anta´ño; segundo, porque hoy en día intervienen en la actividad muchísimos más factores ajenos a lo propiamente deportivo que antes; y tercero, porque si las escuderías suelen estar sentenciadas para toda la campaña a las cuatro o cinco carreras disputadas, con más razón cabe pensar que a los pilotos también les afecta esta evidente ausencia de margen para reaccionar.

No hay suficientes entrenamientos y con una parada como estrategia más adecuada en cada prueba, la cosa para despuntar o destacar se pone muy cuesta arriba. Siendo honestos: demasiado cuesta arriba. Si sumamos a ello que la definición de los monoplazas hace que los que luchan por las posiciones de cabeza suelen pasarlas canutas cuando caen atrás —no sólo le pasa a nuestro protagonista, también lo han sufrido Lewis, Sebastian y Kimi—, tenemos que resulta (me resulta) bastante complejo asimilar que Bottas sea un blandengue porque no resiste a Max.

No se puede negar que el Gran Premio de Abu Dhabi no le supuso una gran carrera al finlandés, máxime cuando por razones que aún no se han explicado del todo, su coche dio muestras de problemas y se tuvo que comer un paso por garajes más. Así que con vuestro permiso, prefiero quedarme con el Valtteri de Azerbaiyán, el que ha conseguido seis segundos puestos en 2018 y otro más que debía haber sido victoria en Rusia. El de Nastola es un conductor limpio y eficiente en su plaza de escudero de Hamilton, cobra por no empañar los números del británico y por obeceder cuando por radio le ordenan no atacarle, como sucedió en Alemania...

A partir de ahí, amén.

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Jose,
Esta claro que Bottas es un gran piloto, pero Lewis no le teme ni le respeta como a Nico: Se siente comodo con el por que no lo ve como una amenaza.
Si en teoria el primero de tus rivales es tu compañero de equipo...
Saludos,
Tino