Hace no mucho era un devorador impenitente de prensa diaria,
actividad de la que me he ido quitando como he podido aunque para calmar
el mono, recurra a comprar El País muy de vez en cuando. Ayer y
hoy han sido uno de esos días en los que he pasado por el quiosco antes
de tomar el desayuno, y cuál ha sido mi sorpresa cuando esta mañana, en
las páginas interiores del TBO que responde de aquella manera a mis
inquietudes, me he encontrado con una entrevista a Gay Talese, uno de
esos dinosaurios profundamente vitales a los que se observa desde lejos
una vez han sido descubiertos.
Había oído hablar de Talese, lo había visto referenciado innumerables
veces, pero no había tenido oportunidad de sentirlo tan cerca, y aunque
carezco de datos acerca de que el venerable padre del periodismo
literario pueda ser aficionado al deporte del motor, le he leído una
frase perfectamente aplicable a lo nuestro y que al parecer, aunque
sospecho que por otras razones, ha merecido la atención de Bárbara
Celis, la autora del artículo en cuestión, quien lo ha resaltado en su
texto. La frase dice así: «Las historias de perdedores son más interesantes que las de ganadores.»
Tampoco es que haya descubierto el
Mediterráneo, y me explico: el teatro, el cine, la literatura, los
cómics, etcétera, han aplicado con contundencia este aserto a la hora de
elaborar las historias con las que trataban de atrapar al público. Yo
mismo escribía hace poco aquí sobre el valor indiscutible del malo como
arquetipo, y en mis textos ajenos a todo esto suelo abundar en este tipo
de figuras tan agradecidas para quien escribe y para quien le lee,
porque suponen un diamante en bruto que si lo tallas adecuadamente, casi
te asegura el éxito.
Con la frase de Talese todavía caliente en la cabeza, mientras volvía
a casa, he recapacitado sobre los ríos de tinta que ha originado estos
últimos años la mala situación de Fernando en Woking, Enstone o
Maranello, o en el océano de palabras que se han vertido sobre lo mal
que andaba McLaren, Renault, o Ferrari a partir de 2010…
Y el caso es que comparando lo sucedido no hace mucho con el silencio
que atenaza ahora mismo a los medios y los profesionales de la F1, toda
vez que la italiana parece ir bien y nos hemos quedado sin solución Sauber y efecto Coanda, y para colmo, incluso la magia
de Newey parece tener la pólvora mojada, me ha dado por pensar en que
tal vez el de Oviedo sea tan necesario para tantos y tantos intereses
diversos en el periodismo nacional, no por su interpretación de héroe,
sino por su vis villana, por lo bien que hace de malo, en una palabra.
De manera que esta perspectiva aclararía por qué en 2007, Fernando,
siendo víctima de Dennis y su tropa, alcanzó el Olimpo de los perversos
en su artificial enfrentamiento con un Lewis Hamilton que a toda luces
no había crecido todavía; o por qué su descenso a los infiernos en
Renault se proclamó como un ejercicio de humildad totalmente necesario
para bajar los humos de un soberbio tan asturiano; o por qué se nos
vendió que detrás de lo de Singapur 2008 tenía que estar él al lado
mismo de Flavio Briatore y Pat Symond; o por qué se sugirió que su paso a
Ferrari era un farol; o por qué, ya en La Scuderia, se señaló al Santander como capo di tuti capi de la operación y al español, como culpable de la salida de Raikkonen…
Compramos pesimismo porque lo necesitamos como el comer, no hay más
que mirar un rato al televisor o echar un vistazo a un periódico sin que
haga falta que sea El País, para comprenderlo, y Fernando encajaba
hasta hace poco en esa imagen de sufrimiento tan mediterráneo sin el que
no sabemos vivir, al igual que ocurre con su equipo, de forma que si
por fortuna disfrutamos de un momento de solaz y felicidad como el que
nos están ofreciendo Ferrari y su primer piloto, los medios y los
profesionales no saben qué decir ni qué vender, y el silencio se cierne
sobre nosotros a la espera de que el destino nos brinde una nueva
oportunidad para poner bajo los focos, precisamente al malo de la
película, al tipo que la hace buena e irrepetible.
1 comentario:
Pero lo que más mola a mucha gente y muchos medios es hincarle el diente o aplicarle la toledana directamente en el vientre al ganador con problemas o en horas bajas, con lo que convierten en la de un perdedor la historia de un ganador.Y esto en nuestra amada piel de toro, amigo mío,debe respirarse en el ambiente o que nos echaban algo en la sopa. Sin ir más lejos, lo que he tenido que escuchar hoy sobre el juego de la Selección española, un día en que las cosas no salieron tan bonitas como otras veces, excepto el resultado, es de toma pan y moja.De Fernando,...
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