Aunque antes tuvieran su gracia, lo cierto es que los maricomplejines han dejado de tenerla porque el transcurso del tiempo pesa como una losa de mármol y el «ya te la sabías» apenas consuela, eso sí, hay que reconocer que te siguen sacando una sonrisa.
Corría el tercio final del pasado febrero y Septa Unella, luego de torturarnos y humillarnos en las mazmorras, nos paseaba entre el gentío que vociferaba Shame, shame, shame!, total, todo porque nos había parecido una mierda pinchada en un palo la ceremonia de presentación conjunta de vehículos para la temporada [Brilli-brilli], evento multitudinario que nos había preparado Liberty Media en el O2 Arena de Londres con ocasión del septuagésimo quinto aniversario de la disciplina.
Bueno, no fue exactamente así, disculpadme. Es cierto que no nos había gustado el F1.75 Live, aunque nuestro delito consistió en que nos atrevimos a decirlo sin tener el cuenta que el fandom puede resultar más infantil, estúpido y vengativo, de lo que cabría imaginar dentro de una actividad como la nuestra, tan seria y apasionada ella, desde luego para nada gregaria y visceral, al menos hasta esa fecha que estoy relatando.
El caso es que se habló entonces de que la cosa podía ser anual [¿Fue la F1 75 en Londres lo suficientemente buena como para convertirse en una tradición anual?], pero se ve que no fue lo suficientemente buena, porque, con un interesante despliegue de datos y adobo de cifras exitosas, la norteamericana ha comunicado cuatro meses después que, de momento, no tiene previstos más experimentos de este tipo [Exclusiva: la F1 decide no repetir en 2026 la presentación conjunta], que lo lees y te quedas como si te hubieran suspendido Selectividad por olvidar Plutón como planeta del Sistema Solar, para encontrarte en 2006 con que los de la Unión Astronómica Internacional lo bajaban de categoría, considerándose desde entonces un vulgar planetoide.
Con el fandom poquito podemos hacer, la verdad, incluso si Liberty no ha encontrado una sede que se anime a pasar por caja y albergar un espectáculo de este calibre, pero, pienso, los científicos también podían mostrarse un poquito más considerados con las víctimas colaterales de su actos y fechorías...
Os leo.
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