sábado, 2 de abril de 2022

Regulinchi

Hamilton se siente regulinchi pero no sabe expresarlo adecuadamente, ni con sentido del humor, y su actitud  ha llevado a los entregaditos a meterse en un nuevo jardín, porque, a ver, ¿cómo se le puede negar a un deportista de élite sufrir problemas de estrés...?

Obviamente nadie le niega nada, lo que sucede con el británico es que, lisa y llanamente y para los que le conocemos desde al menos 2007,  ha venido utilizando todas las teclas de victimización posibles para ensalzar su figura comprometida y, como a Pedrito, el del cuento Pedro y el Lobo, en la actualidad resulta difícil creer que le esté pasando algo parecido a lo que le sucedió a Simone Biles, por ejemplo.

Aquí da lo mismo que su discurso sea coherente con la realidad, no se trata de eso, consiste en que Lewis sigue pretendiendo ser la novia en la boda, el niño en el bautizo o el finado en el entierro, y la vida no da para tanto, ni siquiera la suya. 

Si quieres un conductor maltratado por la FIA (sic) ya lo tienes a él, a un piloto al que su equipo no apoyó lo suficiente en 2007 y 2016 (sic), también lo tienes a él; un hombre con una infancia complicada, él; un luchador por las causas raciales, él; ¿ecologismo, veganismo...?, él; alguien que reivindica ahora el papel de la mujer en la sociedad británica, él... faltaba el bonus de la depresión y las enfermedades mentales y él se ha abonado a darles visibilidad...

Decía antes que da igual lo que opinemos nosotros porque el guionista y director de su película es «él». 

Resulta irrelevante que los vecinos de Stevenage se rebotaran con el pentacampeón (entonces) por llamar «barrio marginal» a la población inglesa, que Ron Dennis lo definiera en 2015 como inmaduro y demasiado impulsivo en su actuación de 2007, que Dino Chiesa lo retratara como un chico normal que ya apuntaba alto en su época de karting, o que hayamos visto con nuestros propios ojos en qué ha consistido el maltrato federativo que asegura haber sufrido. No importa nada de esto, lo crucial es lo que ha definido Lewis Hamilton como contexto de su imagen pública, como esencia de su personaje.

Tampoco pretendo amargar la fiesta a nadie. He repetido algunas ocasiones que quien no lo conozca que lo compre, faltaría más, pero a los que sí sabemos de él desde hace tiempo tampoco se nos puede pedir que cerremos los ojos y sigamos su juego así como así. Lewis tiene un problema, se siente regulinchi, pero mi opinión es que no tiene nada que ver con el estrés, la presión o las enfermedades mentales, sino con hacia dónde apuntan los focos en el inicio de este Mundial.

Os leo.

1 comentario:

Elín Fernández dijo...

Jejeje...
Ahí lo quería ver. Hasta ahora se me está dando el deseo. Espero así de 《regulinchi》termine el bólido en que va montado, que ni tan regulinchi es, mirar a su compi, que siga debatiéndose por el punto (que no sabía existía por el 10mo.) y que muerda el polvo. Si no lleva a ese auto más allá de sus posibilidades salvo carambolas como la de Bahrein (podio), es que lo de GOAT no le cabe.
Una vez no haya más que hacer, ¿qué hará su prensa?, ¿qué harán los mamporreros y fanatiquillos versión 2007?