viernes, 22 de abril de 2022

Momentos satánicos

Definitivamente nuestro deporte no marida bien con el agua, y mira que el líquido elemento nos ha proporcionado momentos grandiosos a lo largo y ancho de nuestra historia. 

Tampoco ayuda la presencia «tramposa» de una Sprint Race que hace de filtro pues reparte las posiciones para la prueba importante, y es que, a ver, la clasificación para el Gran Premio de Emilia-Romagna ha resultado discretita, incluso con sus cinco banderas rojas, la última dilatada en el tiempo hasta que Max ha cruzado la meta, ¡ejem, ejem, ejem!, porque mañana hay tiempo de arreglar lo que no se ha podido resolver hoy.

Lo he escrito esta misma mañana: independizaría la coño carrera al sprint [Estrechito pero informal], y matizo como hice el año pasado, ya que, en este tipo de formato la clasificación reparte posiciones para la miniprueba del sábado, y ésta, a su vez, hace lo propio con la del domingo. 

En cristiano, que queda mejor: la presencia de la Sprint Race devalúa la manga clasificatoria tal y como está planteado el tinglado. 

Da lo mismo que repitamos Ayrton Senna seis o siete veces por retransmisión, que recordemos la épica del legendario jugárselo todo a una vuelta, que diferenciemos poleman de King of Speed, o que recojamos cable para que el tío más rápido en Q3 quede más guapo en las estadísticas, amén de que pueda sumar algunos puntillos extra si hay suerte; mientras las plazas en parrilla las reparta la mandanga esta que se ha sacado Liberty de la chistera para mejorar el espectáculo, ¡tachán!, la clasificación seguirá perdiendo enteros y nos mermamos como actividad deportiva.

No sé si es demasiado tarde (por la hora, mayormente) para recordar que por mucho que se vista la mona de seda, mona se queda, pero es que produce una ternura tremenda comprobar que todavía hay quien alaba a Haas y el cuarto puesto logrado por Kevin en Imola, poco menos como si la de Kannapolis hubiese dado en un clavo que no había visto nadie...

Lo de hoy tiene repercusión mañana y mañana ya diremos, que es cuando se reparten las cartas para el Gran Premio. 

Salvo Leclerc y Verstappen, que han jugado a salir desde la pole en 48 horas, invento mercadotécnico mediante, el resto ha buscado posiciones para mejorarlas en la Sprint. La idea otorga puntos y reparte sitios para abordar la carrera, con mayúsculas; nosotros nos entretenemos con las chuches y nos preguntamos qué coño ha pasado con Magnussen, cuando lo único que ha hecho el danés ha sido protagonizar el momento satánico de la jornada, donde inopinadamente se desvela la urdimbre de la trama y el autor queda con una mano delante y otra detrás ante su público.

Os leo.

1 comentario:

DeLorean dijo...

Ese "ejem, ejem"... pues eso. Lamentable. A ver si no era cuestión de Masi... ;)

La carrera al sprint es una broma de mal gusto. Basta con que la corran invirtiendo el orden de la última carrera y dediquen la "qualy" de ayer a libres.

O mejor aún: que se la metan por donde les quepa. Ya me contarás que Max o Leclerc se maten por 1 punto hoy sabiendo que mañana hay otra parrilla de salida donde... si yo fuera Charles, solo si salgo mucho mejor o tengo muchísimo más ritmo pasaría hoy a Verstappen. Esta gente piensa que el espectáculo está fuera de la pista, trayendo a Shaquille, a una rapera (creo que era) o permitiendo a Netflix llenar el Circo de payasos.

Es lamentable y aleja cada día más la F1 que yo conocí. Y espera la aberración de trazado de Miami... el GP para los Sony Crockett que tanto gustaban a Bernie. Solo me queda el consuelo de que aún se corre en Imola, donde aún sigo emocionándome con aquella mitica pole de Mika en el año 2000.